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Harry Patter
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘El resplandor’| He visto unos niños en el pasillo

Los primerizos queremos ir con nuestro bebé a un hotel, pero con la paradoja ruin de que no queremos muchos críos cerca…o al menos de los pesados

Unos niños infernales te pueden amargar las vacaciones en el mejor 5 estrellas".
Unos niños infernales te pueden amargar las vacaciones en el mejor 5 estrellas".

Si hacer turismo es el equivalente a intentar leer un clásico en vacaciones, el hotel con piscina es el bestseller veraniego: distracción sin muchas complicaciones.

Los que hemos viajado por trabajo (con la empresa pagando el hotel) solo nos preocupábamos de que el cojín fuera bueno y el desayuno abundante. Pero este verano, con la niña, para unos días de vacaciones necesitaba priorizar otros temas.

El primero es que en el hotel acepten bebés. Debemos distinguir entre dos conceptos que pueden confundirse: child free (libre de niños) y “niños gratis” (no regalan niños sino que no pagas extra por llevar a los tuyos).

Después, que tengan aire acondicionado y cuna. Dormir en familia es precioso un ratito, pero para una vez que estaremos en una cama gigante, al menos podernos expandir cual WinRar sin miedo a aplastar a la criatura. Con las cunas no va mal que sepan montarlas. En nuestro caso, después de reclamarla dos veces, nos la acabó trayendo el ayudante de cocina a medianoche y montarla entre los dos nos llevó 35 minutos y unas cuantas palabrotas (al aire, no entre nosotros, que la frustración une mucho).

También conviene que las horas de entrada y salida (o check in y check out, para que esto quede más internacional) sean prácticas para la familia. Si no te dejan entrar hasta las 16 horas, la siesta del bebé te la comes en el coche o con el carrito paseando bajo el sol.

Entiendo que el personal necesita tiempo para hacer la habitación, pero de 12 horas a 16 horas la pueden hacer literalmente, montando muebles y poniendo parket nuevo.

Si en recepción no son tan amables de darte una habitación antes, recomiendo un duelo psicológico: os quedáis en la entrada, con las maletas en medio y el crío inquieto, y el proceso se acelerará mucho.

Y lo último es llamar para hacernos una idea del resto de huéspedes, para ver que ni traigamos al único niño (nos mirarán mal seguro) ni que vayamos a caer en un chiquipark de incógnito. Todos los primerizos queremos ir con nuestro bebé, pero con la paradoja ruin de que tampoco queremos muchos niños cerca…o al menos de los pesados. Porque muchas veces no necesitaremos un hotel con historial de sucesos trágicos para ver niños fantasmas por los pasillos ni escuchar las típicas psicofonías que emocionan a los de Cuarto Milenio. Bastarán unas paredes finas y una temporada alta con mucha ocupación para que los idílicos días de descanso en el hotel con piscina se conviertan en la versión soleada de El resplandor.

Si se cumple todo esto, a por sobredosis de piscina y siesta. Si nos lo podemos permitir, todos agradecemos un par o tres de días sin preocuparnos por el aparcamiento, por la comida o por ordenar la habitación.

Más tiempo mejor no, porque entonces acabas con el hacha persiguiendo gente por los pasillos. Sobre todo cuando ves la factura.

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