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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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Aitana

La actriz sigue ahí, radiante e implicada con su gente y su tiempo, inspirando una confianza absoluta

Aitana Sánchez Gijón, en la ceremonia de las Medallas de Oro 2015 de la Academia de Cine, el pasado noviembre en Madrid.
Aitana Sánchez Gijón, en la ceremonia de las Medallas de Oro 2015 de la Academia de Cine, el pasado noviembre en Madrid.cordon press

Tal vez los niños de los primeros 80 hayan olvidado Nosotros, un espacio de TVE. No era memorable pero la chavala que hacía de presentadora, sí. Se llamaba Aitana Sánchez Gijón de Angelis y tenía 13 años. Con esa edad, ya había vivido otras cosas impropias. Nació en Roma, donde residían su madre italiana Fiorella, profesora de matemáticas, y su padre Ángel, historiador, a quien Sánchez Dragó metió en el PCE y a quien el franquismo metió en la cárcel. Aitana creció con Rafael Alberti, Dragó y su hija Ayanta Barilli alrededor. Ella se recuerda mientras ayudaba a sus padres a teñir de rojo los huevos duros que llevaron ala Casa de Campo, para celebrar el regreso a España de Dolores Ibárruri. Esa imagen lo dice todo de una infancia. 

Desde que saltó a la pista, se puso a enamorar a varias generaciones de españoles. Uno de sus grandes gestos de amor lo hizo por su gata, cuando un día se perdió en Zahara de los Atunes. Para tratar de encontrarla, llamó al programa de Ana Rosa Quintana y, luego, salió con un megáfono a la calle y silbó durante horas una canción que la gata reconocía, sin saber que había sido devorada por los perros de unos vecinos.

Lleva una temporada en la gloria: Medalla de Oro de la Academiade Cine, premios Max y Valle Inclán por Medea, la serie Velvet y, estos días, La rosa tatuada,en el María Guerrero. Sigue ahí, radiante e implicada con su gente y su tiempo, inspirando una confianza absoluta. Aitana, en el colegio, debía ser una de esas chicas que, da igual a lo que se presenten, siempre salen elegidas.

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