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CLAVES
Columna
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¿Y esto era el cambio?

Estamos ante un debate polarizado entre quienes prefieren forzar una enmienda a la totalidad y aquellos que apuestan por el inmovilismo

Jorge Galindo
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría (PP), en el debate electoral a cuatro de las elecciones legislativas del 20-D.
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría (PP), en el debate electoral a cuatro de las elecciones legislativas del 20-D.Claudio Álvarez

Hoy comienza una campaña extraña. En teoría, las elecciones sirven para escoger cómo queremos ser gobernados en los próximos años. Y sin embargo estamos hablando menos que nunca de soluciones concretas para nuestros problemas. Paradójicamente, esto se produce justo cuando se consolida el vuelco del sistema de partidos, cuyo origen es precisamente el sentimiento de falta de representación. Pero son muchos los ciudadanos que enfrentan el 26-J con comprensible apatía. ¿Qué ha fallado?

El problema empieza por las expectativas. Es cierto que renta básica, contrato único, reforma electoral, baja de paternidad, referéndum y otros conceptos novedosos han entrado en el debate político. A nivel autonómico y local puede constatarse cierto cambio en el rumbo de las políticas tras la formación de Gobiernos de coalición. Pero este ha llegado tan lejos como lo han permitido los acuerdos con los viejos partidos, que retienen una base electoral con intereses tan legítimos como insoslayables.

Hemos dedicado las últimas décadas a construir un consenso básico, rodeándolo de instituciones para protegerlo. La estabilidad nos ha traído beneficios obvios en forma de crecimiento económico, mejora del funcionamiento del Estado y articulación de una democracia consolidada dentro del marco europeo. Muchos aspectos de dicho consenso cuentan con apoyo mayoritario. Pero otros se han roto por completo. Y parece obvio que las instituciones que lo sustentan son capaces de gestionar el cambio solo a medio gas.

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Este contexto propicia un debate polarizado entre quienes prefieren forzar una enmienda a la totalidad y aquellos que apuestan por el inmovilismo. Los polos actúan como punto de referencia incluso para los actores moderados, los cuales, temerosos, deciden orientar su discurso a los extremos.

La dinámica de la campaña seguirá probablemente este patrón, que lleva a hablar de política sin hablar de políticas. La discusión sobre lo posible es sustituida por una espiral que salta de la exasperación a la frustración y reduce el espacio para el cambio que se anhelaba en un primer momento. @jorgegalindo.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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