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Pakistán es la clave para resolver el laberinto afgano

Con el asesinato del líder talibán, EE UU envía un mensaje al Gobierno de Islamabad

Ángeles Espinosa
Akhtar Mansur en una fotografía sin fecha determinada, que fue distribuida por los talibanes a través de la agencia Reuters.
Akhtar Mansur en una fotografía sin fecha determinada, que fue distribuida por los talibanes a través de la agencia Reuters.REUTERS

Poco después de que Washington anunciara el bombardeo que mató al líder talibán Akhtar Mansur el pasado 21 de mayo, Pakistán protestó por la violación de su soberanía. La queja, más una pataleta que otra cosa, volvía a sembrar dudas sobre la función que desempeña Islamabad en la lucha contra los insurgentes afganos. La operación tuvo lugar dentro de territorio paquistaní, donde una vez más se interceptó a un hombre en la lista de búsqueda y captura del Gobierno norteamericano. EE UU ha utilizado antes ataques de drones contra dirigentes de Al Qaeda y de los talibanes paquistaníes en las zonas tribales de la franja fronteriza con Afganistán. Sin embargo, ha sido, que se sepa, la primera vez que mata a un dirigente talibán afgano en el corazón de Pakistán.

El mensaje a los talibanes está claro: no van a librarse de los bombardeos ni siquiera lejos de la frontera. Para algunos observadores, lleva implícita además una advertencia al Gobierno de Islamabad, teóricamente aliado, al que acusa de ofrecerles santuario. Estaba implícito en las palabras del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, cuando al justificar el asesinato de Mansur subrayó que EE UU va a seguir apoyando a sus socios afganos.

Otros analistas estiman sin embargo que el lugar del ataque y la escasa entidad de la protesta del Gobierno paquistaní apuntan a su complicidad en la operación. Aunque las autoridades han denunciado anteriores bombardeos de EE UU en su territorio, algunos responsables también han admitido haber dado su visto bueno a algunos de ellos. Pero Islamabad siempre se ha mostrado ambivalente por el temor a una cooperación entre los talibanes afganos y los paquistaníes, que encuentran apoyo entre la comunidad pastún de ambos países. De ahí la frustración del presidente afgano, Ashraf Ghani, quien ha invertido un enorme capital político en acercarse a Pakistán buscando ayuda para acabar con la guerra civil en su país, sin haber obtenido resultados. El país del Indo se confirma como clave para resolver el conflicto en la nación vecina.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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