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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Bibliotecas africanas: donde el ingenio convive con la era digital

William Kankwamba, tenía 14 años cuando tuvo que dejar de estudiar porque sus padres no tenían dinero suficiente para pagarlo. Así él empezó a acudir a la biblioteca de la escuela de Kasungu, en Malawi, y allí encontró algo que cambiaría su vida: un libro. Using energy mostraba molinos de viento a través de los cuales se obtenía electricidad. William creyó que podía hacerlo; construir uno para su comunidad (en un país en donde tan solo un 2% disfruta de electricidad). Leyó más libros e hizo realidad su sueño. Este es el ejemplo que me da Andrea Sala Jiménez, quien estuvo un año trabajando en la Biblioteca Nacional de Angola, para afirmar que "las bibliotecas hay que considerarlas como centros de educación, son un medio para la gente que no puede acceder de otra manera a ella".

En la actualidad, en el continente africano conviven bibliotecas míticas, como la de Alejandría (Egipto), la de Chinguetti (Mauritania) o la de Tombuctú (Malí), junto con otros equipamientos más convencionales y prácticos que intentan poner al alcance de quien lo desee libros de todo tipo y también, en los últimos años, acercar y facilitar el acceso a las nuevas tecnologías. Son las bibliotecas públicas, universitarias y escolares, además de aquellas que se encuentran en lugares más especializados como museos o archivos. Las bibliotecas públicas se convierten en puntos de acceso a la información y a la comunicación para las personas en sus comunidades.

A menudo, la falta de medios se ha suplido con imaginación e ingenio. Con el objeto de llegar a lugares alejados, a las personas más desfavorecidas, o por la propia idiosincracia del país, en varios lugares del continente africano se ha desarrollado la posibilidad de acercar los libros, bien mediante camellos, los llamados “barcos del desierto” (Kenia), bien mediante la utilización de burros y carretas (Etiopía). En Burkina Faso, y seguro que en otros países también, proponen para ello el uso de la bicicleta apoyada por carritos remolcadores diseñados para ello. En cada uno de estos países la iniciativa ha partido de diferentes formas, en el caso de Kenia fue la propia Biblioteca Nacional la que instauró el servicio, en Etiopía la iniciativa la tuvo un particular; Yohannes Gebregeorgis, un etíope comprometido con llevar la educación a todos los rincones de su país, y en el caso de Burkina Faso, a partir de una asociación; Aprocol. En otros casos, han sido los jóvenes, frente al silencio institucional, los que han impulsado la aparición de estos lugares, como la biblioteca Fílôtxiga en la isla de Annobón (Guinea Ecuatorial).

La biblioteca nacional de Angola


Andrea Sala estuvo casi un año en Angola impartiendo programas de formación en biblioteconomía en la biblioteca nacional (construida en 1971) gracias al programa ACERCA que llevó a cabo la AECID junto al Ministerio de Cultura angoleño. A los cursos acudían tanto funcionarios de la propia biblioteca, localizada en la capital Luanda, como personal de otras de las numerosas que existen distribuidas por todo el país (públicas, universitarias o escolares), o del archivo nacional. Las más de 100 personas que se beneficiaron de estos cursos componían una mezcolanza entre aquellos que tenían estudios universitarios y los que solo contaban con los estudios más básicos. Los retos de Andrea se centraban en mostrar el funcionamiento de una biblioteca, formar en herramientas informáticas y cuantificar y clasificar el fondo de la biblioteca nacional. Cuando ella llegó, el fondo se encontraba clasificado en unos simples listados de consulta con el material que había pero sin especificar dónde se encontraba.Tuvieron que llevar a cabo una tarea laboriosa catalogando y dividiendo el material (que además de localizarse en el depósito de manera desorganizada, también se apilaba en casas desvencijadas y mohosas). Andrea añade que había un proyecto de crear una base de datos pero que no llegó a cumplirse (en fechas recientes ella ha vuelto a Luanda para comprobar que sigue sin materializarse, no por falta de ganas sino de presupuesto).

A pesar de tratarse de una biblioteca nacional, los bajos del Ministerio de Educación tenían una función más propia de una biblioteca pública. Sus puertas se abrían tanto para investigadores como para niños de colegios (se hacían visitas y animación a la lectura). Entre sus funciones se encontraban el servicio de reprografía, el servicio de “Ciberespacio” (acceso a internet, orientación en trabajos académicos en ordenador) y la encuadernación de periódicos. Cumplían la "ley del depósito legal": que garantizaba que un mínimo de 3 ejemplares de todo lo que se publica en Angola (de todo tipo de material) fuera a a parar a su fondo. Respaldada por el Ministerio de Cultura, la biblioteca en 2013 realizó la 1ª Feria del Libro de países de lengua portuguesa (entre los autores más demandados estaban José Eduardo Agualusa, Luís Kandjimbo, Irene Guerra Marques, Carmo Neto, Ondjaki, Pepetela, Oscar Rivas, Manuel Rui, Marta Santos o Uanhenga Xitu). Pero a pesar de las peticiones sigue careciendo de los fondos necesarios, "el Ministerio de Cultura es el que está el último a la hora de recibir dinero", comenta Andrea, "y más ahora cuando el país está sumido en una fuerte crisis que lo ha paralizado todo".

"La mediateca es otra cosa" añade "depende del Ministerio de Tecnología y no del de Cultura". Muy moderna, con una sala de videojuegos enorme y muchos medios (ordenador, conexión a red... aunque no se den cursos de formación para poder utilizarlos). En ella se pueden encontrar incluso e-Books, "pero más como objeto de muestra que para un uso real", aclara.

En Angola hay pocas librerías, y las que existen están en los centros comerciales, no al alcance de todos. El precio es elevado para la mayor parte de los angoleños (más asequibles son los puestos callejeros) y por eso las bibliotecas son un lugar muy frecuentado cuando se quiere leer o aprender. "Tienen un potencial enorme para desarrollar una buena red de bibliotecas pero está todo muy descentralizado, hay gente que quiere desarrollarse como bibliotecario, pero no hay formación. Así, la gente acude a las bibliotecas y demanda libros "pero si el personal no está bien formado no pueden atender bien" dice "poco a poco esto va cambiando, en 2014 comenzaron a implementar la carrera de biblioteconomia que hasta esa fecha no existía". A pesar de las dificultades, hay muchos problemas con la luz por ejemplo, la gente le pone empeño y ganas y sigue acercándose a estos lugares imprescindibles y los trabajadores de la biblioteca "han realizado una labor extraordinaria, han realizado cambios muy importantes que han favorecido el acceso a la información y a la cultura angoleña", concluye con satisfacción.

Pero en la era digital, África conoce la importancia de incorporar todos los recursos que ofrece la red a sus bibliotecas. Los proyectos de bibliotecas digitales se perfilan como una de las grandes novedades que aporta la red y la digitalización de obras, artículos, revistas y contenidos es el gran reto a conseguir. Las iniciativas para poner en marcha bibliotecas digitales en África se encuentra en una etapa embrionaria, a lo que se añade la falta de coordinación, planificación y escasez generalizada de conocimientos y recursos para administrar la infraestructura digital y la información, junto con las pocas oportunidades para el desarrollo de capacidades y el intercambio de conocimientos. Sobre el tema ya se han celebrado cuatro conferencias hasta el momento: Etiopía-2009, Johannesburgo-2011, Marruecos-2013, y la última de Ghana-2015. En todas ellas se ha debatido y puesto sobre la mesa las carencias arriba mencionadas, junto a los retos y los avances a conseguir. Uno de los objetivos de las mismas ha sido generar sinergias para la creación de la biblioteca y archivo digital africano (ADLA) bajo la dirección técnica y administrativa del Comité Permanente de la Conferencia Internacional sobre Bibliotecas y Archivos Digitales africanos (ICADLA). Dicho comité está formado por representantes de 17 países de todo el continente.

Iniciativas como Hadithi, una biblioteca en línea de libre acceso y gratuito, que tiene el objetivo de facilitar el acceso a la investigación de calidad a los estudiantes africanos y que les permite acceder desde cualquier sitio con conexión a Internet, incluso desde el propio teléfono móvil, proporcionando una gran flexibilidad a los estudiantes a la hora de trabajar en diversos entornos, o la Red de soporte a las bibliotecas digitales africanas (ADLSN), una comunidad de profesionales africanos, entre otros, que tiene el objetivo de apoyar la conservación y difusión de contenidos locales en forma digital, nos demuestran que el interés está muy vivo y que se sigue avanzando.

Comentarios

Con este artículo quedan claras tanto la necesidad como la importancia de que debe haber bibliotecas en cualquier lugar.
Con este artículo quedan claras tanto la necesidad como la importancia de que debe haber bibliotecas en cualquier lugar.

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