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Revista Sábado
Columna
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Subjetivamente

Se lleva: la Feria de Abril, la transparencia y los poderosos que lo quieren todo

Dos jóvenes pasean por el Real de la Feria de Abril.
Dos jóvenes pasean por el Real de la Feria de Abril. Jose Manuel Vidal

Se lleva: la Feria de Abril

Quedan 48 horas de Feria, suficientes para disfrutarla a tope.

Este año, para triunfar en el Real sevillano, imprescindible el lunar en su versión más diminuta o los estampados poco “feriales”. Los vestidos de gitana más celebrados son poco aflamencados, a caballo entre las últimas tendencias de la moda y la tradicional silueta andaluza: volantes anchos y casi sobredimensionados o, todo lo contrario, siluetas muy pegadas al cuerpo hasta los pies. La flor, en lo alto de la cabeza, como mandan los cánones, y olé.

Se lleva: la transparencia

Se acabaron las pantallas. Triunfa la transparencia, en todo. No se puede ni debe ocultar nada, ni en Panamá, ni en España, ni en Francia, donde a partir del próximo 1 de enero de 2017 quedan prohibidos, incluso, los cristales tintados en los coches.

Adiós a los paseos en automóvil en París ajenos a las miradas curiosas: igual para todos, los ciudadanos de a pie y celebrities. Las excepciones: automóviles blindados y ambulancias. Todo a la vista, a riesgo de perder tres puntos del carnet, multa o coche inmovilizado.

Se lleva: Los poderosos lo quieren todo

Leer es un placer, genial. Sobre todo cuando en nuestras manos cae un libro como el último de José María Guelbenzu, una sátira descacharrante sobre los círculos del poder y del dinero que entronca con la tradición del esperpento, tan nuestra.

La galería de personajes no tiene desperdicio: el boyante abogado y fiscalista don Hermógenes Arbusto; su servicial secretaria, que lo mismo sirve para un consejo de administración que para un rato de solaz, siempre, con el debido respeto; la esposa, María Ilustración, la tercera en discordia, una dama galante de altos vuelos y de apellido Desamants (falso, porque nació Pilar Pérez Plum), y hasta el mismísimo demonio, por cierto, un hombre muy atractivo.

Lo dicho, leer es un placer y, a veces, un placer muy, muy divertido.

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