_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las autopsias pueden salvar vidas infantiles

Es difícil conocer las causas de mortalidad infantil en los países menos desarrollados. El programa CHAMPS va a ayudar a esclarecerlas para prevenir futuros decesos

Joseph Kiadir, de dos semanas, duerme en el hospital Redemption de Monrovia, Liberia.
Joseph Kiadir, de dos semanas, duerme en el hospital Redemption de Monrovia, Liberia.Dominic Chavez (Banco Mundial)

Vivimos en una época de datos abundantes y accesibles y estamos habituados a basar nuestras decisiones en tantas evidencias como podamos reunir. Cuanto más importante es esa decisión, más nos esforzamos en investigar a conciencia y obtener información exacta.

Sin embargo, tenemos muy pocos datos sobre uno de los desafíos más importantes de la actualidad. Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas el pasado septiembre, la comunidad internacional se comprometió a poner fin a las muertes evitables de niños menores de cinco años antes de 2030. Pero en las regiones con mayores tasas de mortalidad infantil no tenemos información suficiente sobre las causas de esas muertes. Sabemos que en la mayoría de los casos se deben a enfermedades infecciosas, pero no cuáles. Cuando se trata de decidir la mejor manera de asignar nuestros recursos, nos encontramos con que vamos a ciegas.

Desde 1990 hemos reducido a la mitad la mortalidad infantil en todo el mundo, pero todavía mueren cada año casi seis millones de niños de menos de cinco años por causas evitables. Cuatro de cada cinco muertes infantiles ocurren en África subsahariana o el sur de Asia, regiones donde hay pocos médicos y todavía menos patólogos. Las causas rara vez se investigan, y en muchos casos, ni siquiera se lleva un registro oficial de los decesos.

Las pocas investigaciones que se realizan son casi siempre autopsias verbales que consisten en preguntar a los padres (generalmente meses después de la pérdida) por las circunstancias de la muerte del niño. Tal vez aquellos recuerden algunos síntomas (respiración agitada, diarrea...), pero esto no permite identificar la causa.

El problema se agrava con las muertes que ocurren durante el primer mes de vida (casi el 45% del total). Estas suelen registrarse como “muerte neonatal”, un rótulo que no da ninguna pista sobre la causa de la enfermedad. Es información inútil que no ayudará a evitar que otras familias sufran la misma tragedia.

Cada año mueren casi seis millones de niños de menos de cinco años por causas evitables

La experiencia con las campañas sanitarias que han sido exitosas, como la erradicación de la polio o el control del ébola, muestra que aunque los primeros resultados son relativamente fáciles, prolongarlos en el tiempo demanda ingentes esfuerzos y un seguimiento muy preciso. Por eso, para facilitar su recolección, hemos lanzado un programa de seguimiento sanitario y prevención de la mortalidad infantil llamado CHAMPS por sus siglas en inglés.

El programa CHAMPS (una iniciativa a largo plazo liderada por el Emory Global Health Institute en conjunto con entidades como la Asociación Internacional de Institutos Nacionales de Salud Pública, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos y la organización Task Force for Global Health) tiene prevista la participación de unas 20 clínicas situadas en áreas con altas tasas de mortalidad infantil. Esto nos permitirá registrar con más exactitud las causas de las muertes y controlar los avances según se introduzcan campañas de vacunación y otras medidas.

Las clínicas participantes usarán una nueva técnica que permite extraer por punción muestras minúsculas de órganos clave (por ejemplo, el hígado o los pulmones) sin apenas dañar el cuerpo del niño fallecido. Luego las muestras se enviarán para su análisis a centros de referencia y laboratorios locales especialmente preparados con el fin de obtener una idea más exacta y completa de las causas de muerte.

Intervenciones con potencial para reducir la mortalidad infantil hay muchas: administrar ácido fólico para prevenir defectos congénitos, introducir nuevas vacunas, empezar a tratar antes las infecciones, etc. CHAMPS brindará la información necesaria para priorizarlas.

Las clínicas usarán una técnica que permite extraer por punción muestras de órganos clave para analizar 

Además, el programa no sólo ayudará a reducir la mortalidad infantil: de cada clínica surgirán datos valiosos y experiencia técnica que servirán para mejorar los sistemas de salud pública de los países participantes. Por ejemplo, los centros de seguimiento generarán datos que servirán para hacer frente a enfermedades infecciosas, detectar epidemias antes de que se declaren y mejorar la situación sanitaria del mundo en general.

La iniciativa CHAMPS acaba de comenzar y se están estableciendo las primeras clínicas (seis de las cuales tendrán una subvención inicial de la Fundación Bill y Melinda Gates de 73 millones de dólares para los primeros tres años). Se necesitan más participantes y más fondos para ampliar la red y seguir manteniéndola, y los beneficios no se verán de inmediato.

Pero los primeros resultados son alentadores. El temor a que los padres no quisieran que se les hagan pruebas post mortem a los niños fallecidos resultó infundado. Por el contrario, nuestra experiencia hasta ahora indica que quieren saber por qué murieron sus hijos. En una clínica piloto que trabaja hace un tiempo en Soweto (Sudáfrica) vemos a padres y madres volver al sitio para informarse de los resultados de las pruebas, lo que muestra un nivel de interés inesperado.

Creo que el trabajo de CHAMPS puede estar entre las iniciativas más importantes en las que he participado en los 20 años que llevo en salud pública. Un seguimiento preciso de las causas de mortalidad infantil nos ayudará a definir mejor los tratamientos y comenzar una nueva era en la que las muertes de niños por causas evitables serán cosa del pasado.

 Traducción: Esteban Flamini

Scott Dowell es subdirector de vigilancia y epidemiología en la Fundación Bill y Melinda Gates, fue director de la división de detección global de enfermedades y respuesta a emergencias de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos y es profesor adjunto en la Escuela de Medicina de la Universidad Emory.

Copyright: Project Syndicate, 2016.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_