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Coordinado por Lola Huete Machado
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Retratos: Christiane Taubira, una mujer de convicciones

Por Hortense Hawa Djomeda (*)

El pasado 27 de enero, Francia se despertó con lo que era probablemente la noticia política de este principio de año 2016: la dimisión de Christiane Taubira, ministra de Justicia del gobierno de François Hollande. Durante todo el día sólo se oía "Taubira, Taubira, Christiane Taubira" en todas las televisiones, de tal manera que el programa televisivo de Canal + Le Petit Journal (algo parecido a El Intermedio en España) empezó su emisión de aquella noche recordando a los espectadores que no había muerto y que sólo había dimitido. Mujer dinámica y entregada, es adulada y odiada a partes iguales por sus detractores y sus admiradores. Tanto que, al día siguiente de su dimisión, los que estaban en contra de la ley que permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo (de la que ella fue el artífice) organizaron una manifestación para celebrar su marcha.

Se marchó de lo que fue su despacho durante casi cuatro años en la bicicleta en la que solía acudir a los consejos de ministros, con la sonrisa de la que no se separa nunca, entre aplausos, besos, fotos, dibujos de sus muchos admiradores que se agolparon ante su ministerio para despedirla.

En los años setenta, mientras era estudiante en La Sorbona, Christiane Taubira participó en todas las luchas por los derechos humanos: se comprometió contra la junta chilena en 1973, por la liberación de Nelson Mandela y por la causa de la activista americana Angela Davis. Economista de renombre y madre de cuatro hijos, estuvo casada con el ex militante independentista de Guyana Roland Delannon, del que se divorció en 1998, después de 20 años de matrimonio.

“No tendrán mi suicido”, declaró a la revista Paris Match en mayo del 2015 en relación a los ataques racistas de los que ha sido el blanco permanente y a la publicación de su libro L'Esclavage raconté à ma fille, que suscitó aun más reacciones violentas hacia su persona. Entre estos ataques racistas, muchos recordarán la foto que una candidata del Frente Nacional publicó en una red social comparándola a un mono o el plátano que los manifestantes contra la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo le lanzaron en otra ocasión. Eso, sin contar las numerosas cartas que le enviaban y los insultos que le lanzaban en el Congreso desde la bancada de la derecha. Pero esta mujer fuerte y determinada advierte: “Que los racistas lo sepan, vivo y viviré. Y aguantaré. Que multipliquen su violencia por un millón, seguiré aguantando. Por diez millones, seguiré aguantando. El mundo no les pertenece”.

“¡Mujer, negra, pobre, vaya capital! Todos son retos a superar!” Así ironizaba ella en un ensayo publicado en el 2001, el mismo año en que logró un reto muy importante: conseguir que la trata de los negros y la esclavitud sean considerados como crímenes contra la humanidad.

Al marcharse del gobierno muchos ministros ecologistas y de izquierda y con la llegada de Manuel Valls al frente del gobierno francés, se quedó como el único bastión de la izquierda en el gobierno de Hollande. Y cada vez eran patentes sus desacuerdos con el gobierno y el primer ministro. El último, el que pareció haber colmado el vaso, fue la propuesta del presidente Hollande, después de los acontecimientos del 13 de noviembre, de retirar la nacionalidad a los franceses binacionales condenados por terrorismo. La polémica por esta propuesta de ley ha llegado a tal punto que el 27 de enero, unos días antes de que empezaran los debates en la Asamblea Nacional sobre este proyecto de ley de revisión constitucional, anunció así su dimisión en su cuenta twitter: “A veces resistir es quedarse, a veces resistir es irse. Por fidelidad hacia uno mismo, hacia nosotros. Por la última palabra a la ética y al derecho”.

Así se marchó del gobierno, la primera mujer negra en presentarse a unas elecciones presidenciales en Francia (2002) y que muchas voces desean que vuelva a presentarse en 2017. Una mujer que “no teme ni al racismo, ni al sexismo, ni a la estupidez”.

(*) Hortense Hawa Djomeda es togolesa. Aterrizó en España en 1989 gracias a una beca de la AECID. Estudió traducción y también se especializó en comunicación política e institucional. Además de traductora, escribe y suele participar en conferencias y encuentros sobre literatura africana y la realidad socio-política del continente africano. Inquieta, curiosa, apasionada de la cultura en todas sus formas.

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Solo por ser la primera mujer negra en un gobierno francés, ya ha tenido que dejar huella en la vida política de este país.
Solo por ser la primera mujer negra en un gobierno francés, ya ha tenido que dejar huella en la vida política de este país.

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