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No evaluar

La nueva aplicación Peeple permite puntuar a las personas con las que se interactúa La evaluación masiva y escasamente cualificada puede parecer problemática

Patricio Pron

Aunque su lanzamiento ha sido demorado una vez más, Peeple es ya un éxito, al menos en términos publicitarios; la aplicación permite evaluar a las personas con las que se interactúa en los ámbitos profesional, personal y amoroso, otorgándoles una puntuación que va de una a cinco estrellas.

Peeple es ya considerada la aplicación “más odiada” del mundo por su potencial para el acoso y el linchamiento, pero la idea de evaluar a las personas no es en absoluto nueva: redes sociales como Facebook y Twitter hacen de la valoración positiva el principal aliciente para la interacción de sus usuarios, y la evaluación de servicios que van desde páginas de reserva de hoteles hasta taxis y desde controles policiales en aeropuertos a restaurantes se ha convertido en una práctica habitual en la medida en que en los últimos años las empresas han desarrollado herramientas para rentabilizar la información acumulada.

Al permitir evaluar personas y no servicios, Peeple parece introducir una variante en el modelo, sin embargo. Pero es evidente que la calificación de un servicio (un restaurante, por ejemplo) es también, inevitablemente, una evaluación de las personas que lo prestan. A esa objeción posible a la calificación se suman otras, como la de que no todos los clientes de un restaurante son expertos en gastronomía (o, por el caso, en controles de seguridad en aeropuertos) y que los factores que inciden en la evaluación son múltiples: un estudio reciente de la página ratemyprofessors.com demostró, por ejemplo, que los profesores más atractivos físicamente tendían a tener mejores calificaciones. Una dictadura de la evaluación masiva y escasamente cualificada puede parecer problemática, pero es necesario pensar (también) en todos esos profesionales calificados erróneamente para comprender lo profundamente inhumano del sistema y comenzar a pensar en la no evaluación como forma de resistencia.

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