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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Las vacaciones de Takadi

Un selfie de Takadi durante el vuelo de Casablanca a Bamako
Un selfie de Takadi durante el vuelo de Casablanca a Bamako

Takadi Keita nació en Baguineda, una ciudad a 30 kilómetros de Bamako, la capital de Malí, a la orilla del río Níger. Allí dejó su padre a su madre embarazada de ella al cuidado de su mejor amigo cuando emprendió el viaje hacia España. Cuatro años más tarde, en 2003, madre e hija volaron a reunirse con el marido y padre.

Este residía en un pequeño pueblo de la provincia de Toledo llamado Recas, donde en la actualidad el 15 % de sus 4.610 habitantes proceden de Malí. Allí había encontrado trabajo como jornalero en una de las muchas huertas que aprovisionan los mercados de verduras de Madrid.

En esta localidad nacieron los dos hermanos de Takadi: Omar, de 12 años, y Diby, de 11, que juega en las categorías inferiores del Rayo Vallecano y por eso vive en Madrid, con su entrenador.

El padre de Takadi murió hace unos años en un accidente en el campo, atropellado por un tractor. Ahora la familia vive de la pensión de viudedad y orfandad que reciben.

Desde que Takadi llegó a España solo había ido de vacaciones a Malí una vez, en 2012, cuando tenía 13 años. Viajó sola con su hermano Omar, para conocer a su familia de allí. En verano de 2015 volvió con su madre y esta vez tenía una misión muy concreta: fotografiar su viaje como parte de un proyecto de fotografía participativa que tiene como objetivo el que la segunda generación de la migración recojan a través de la cámara las impresiones que le produce el encuentro con los lugares de origen de sus familias. Está dirigido por Jesús Gabaldon, fotógrafo y profesor del IES Arcipreste de Canales, de Recas, donde Takadi cursa sus estudios.

A través de sus palabras y sus fotos, Takadi nos narra su viaje.

Takadi también visitó a la familia de su padre y a la de su madre en los pueblos y vio a sus dos abuelas.

La imagen del presidente Ibrahim Boubacar Keïta en un muro del centro de Bamako.

Lo que más le sorprendió de Bamako fue “el olor, que es muy distinto”, porque “huele a fruta que venden y a esas cosas”. Piensa que la capital de Malí es muy distinta a España porque allí “se ponen en la calle a vender, todo el día y toda la noche. Y ese es el trabajo de esas personas”. No sabe si eso le gusta, más bien le da igual “pero lo bueno es que si tienes hambre puedes ir a comprar a cualquier hora del día”.

Takadi piensa que Bamako ha cambiado mucho, “hay carretera y y las casas están mejores”, comenta. Pero cuando visitó Baguineda y el pueblo de su madre, Naréna, las cosas ya no parecían estar tan bien. “Son pueblos, pero son muy distintos de Recas”, dice. Lo que más echó en falta fue la luz: “Teníamos que usar una especie de lámpara a la que le echas aceite y luego se enciende”. Le costaba acostumbrarse a caminar por las calles a oscuras. “Allí la gente va con linternas, pero no se ve. Tú vas detrás de la persona que lleva la linterna pero no ves nada”.

También le faltaba el agua corriente. Había que ir al pozo a por ella, y como Takadi no está acostumbrada a hacerlo siempre había alguno de sus primos dispuesto a ayudarla.

Otra gran diferencia entre los dos países es la comida: “Yo no como la comida de allí. Yo no como lo que ellos comen. Me hacen comida especiales para mí, mi familia come arroz con salsa de acelgas o de cacahuetes todos los días, pero para mí hacen comida especial. Tampoco desayunan lo mismo que nosotros: yo aquí desayuno leche con galletas, allí leche en polvo con agua caliente y pan del día al que le echas mayonesa o chocolate. Aquí en España comemos comida española y de Malí, pero a mí me gustan los espaguetis, allí me los hicieron un día, pero saben distintos porque los hacen y los dejan en una olla de barro todo el día”.

Takadi no ve mucha diferencia entre sus primos de su misma edad y sus amigos y cualquier joven de España: “yo creo que tienen las mismas cosas que aquí, nada más que están allí”. Aunque cuando se llega al tema de la ropa parece que las cosas cambian ya que según Takadi “intentan vestirse como aquí, pero no lo consiguen. Ahora los chicos visten todos como raperos, con los pantalones caídos y las gorras. Entre las chicas hay mucho de vestido típico. Un día vi una que tenía eso de aquí [hace un gesto cubriéndose la cabeza] que no se le veían ni los ojos y a mí me entro un calor, calor. Llevaba dos pantalones más el vestido de Mali y encima el burka y luego llevaba todo tapado y encima para que no la puedas ver llevaba una rejilla”.

Tampoco le gusta la música que escuchan sus primos y amigos: “de lo que ellos escuchan la que más me gusta es la de Faty Kouyaté. Yo llevaba mi propia música en el móvil y la escuchaba allí. A ellos nos les gustaba, les parecía chino. Les puse Malú, la canción de blanco y negro, y no la entendían. Uno de mis primos me cogió el teléfono y estuvo escuchando la misma canción mucho y de tanto escucharla se te queda y empezó a cantarla y nos reíros mucho”.

“La gente sabe que soy de fuera, que no soy de allí, con solo verme cómo voy vestida lo saben”, comenta Takadi. “Me llaman tabousi. También lo saben por el acento cuando hablo bambara”. “La gente dice que tengo suerte por estar en España y muchos se quieren venir”.

“¿Y tú, quieres volver a vivir allí?”, le pregunta Jesús, a lo que ella contesta con cara de horror: “No, yo me quedo aquí, solo iré de vacaciones”.

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Dormitorio de una de las mujeres del amigo de mi padre, en la aldea de Baguinéda. Hay una mosquitera, ropa colgada que se está secando y un jarrón de agua para beber o asearse.
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Wa tiene 14 años y dentro de poco se va a casar. Es la hija de la hermana de mi tía Fatumata, y vive en Naréna. Allí vende brochetas de carne de cabra en el mercado, como hizo su madre antes.
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Unos vecinos están intentando arreglar una bici en la casa de mi tía Binta, en Naréna
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Mercadillo de Naréna. La vecina de mi abuela vende zapatillas allí. Al fondo hay un señor que toma té montado en su moto.
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Cocina exterior en la casa de mi tía Binta, en Naréna.
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Mi tía Binta, la hermana de mi padre, va camino del mercado de Naréna. Ahí está pasando al lado de la mezquita.
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Mi primo Alassan acaba de llegar de la calle con sus amigos y está comiendo las sobras de manicrum (maíz con agua) que había para la cena. Bamako.
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Un día antes de la fiesta final de Ramadán, en Bamako, el jefe de mi primo mata una vaca y reparte la carne entre los trabajadores. Es una costumbre
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Bou Koulu, mi ayudante fotográfico, me hace una demostración con su bici en una calle de Bamako. Dice que en España no sabemos hacer estas cosas.
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Un grupo de raperos amigos de mi primo Bua se reúne en el parque de Bamako. Es el sitio de moda, la entrada cuesta 2000 francos.
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Ma, el mismo día que me venía a España, pasando la tarde en el zoo de Bamako

Comentarios

Graciasss Takadi, Jesús y Chema. Qué lujo vuestra mirada..
Graciasss Takadi, Jesús y Chema. Qué lujo vuestra mirada..

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