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CLAVES
Columna
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Palabra de Urdangarin

Tenemos que dar gracias al Señor de que ningún accidente ha hecho que la sucesión a la Corona tuviera que recaer en él

Jorge M. Reverte

Reconozco que no soy el seguidor más asiduo del culebrón de la empresa que se montaron el abogado Diego Torres e Iñaki Urdangarin. El primero, profesor en Esade, la escuela de negocios mejor del mundo, o algo así. Y el segundo, alumno destacado de esa escuela.

Eso sí, me interesaba cómo debían reaccionar los dirigentes de una empresa cuando se les pillaba en un renuncio. Porque en una escuela de negocios se debe tener en cuenta siempre que una empresa puede ser pillada por Hacienda cuando se lucra indebidamente por el uso torcido de la ley. La idea, según Torres, vino de Urdangarin, que no solo era yerno del rey de entonces, sino hijo de un presidente de caja de ahorros. Iñaki vio que la coincidencia de circunstancias era única, porque él tenía como profesor a un fuera de serie, y le propuso el negocio.

Diego Torres lo sabía casi todo sobre una empresa, y Urdangarin era el yerno del rey de entonces, aunque según su propio testimonio, no sabía hacer ni la o con un canuto, hablando de empresas.

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No sabía hacer nada, ni sabía lo que pasaba dentro, pero lo hacía con mucha elegancia: hay que ver qué braceo, qué recto el cuello, qué firme el paso, qué decidido el gesto de tender la mano a un socio para firmar un contrato. Y a todo esto, hay gente que dice que no vale nada. ¡Cómo que no vale nada! Diego Torres, ahora que los dos están peleados, tiene razón: Urdangarin era muy importante en la empresa, y seguro que Matas piensa lo mismo. “Yo, principalmente, me dedicaba a la supervisión, pero dirigir, dirigir…”.

Tenemos que dar gracias al Señor de que ningún accidente ha hecho que la sucesión a la Corona tuviera que recaer en él. Imaginemos un jefe del Estado que, como muchas veces los Borbones, se hubiera dedicado a supervisar como ese pícaro de tres al cuarto.

Quizá por eso Ada Colau y otros catalanes quieren borrar toda la huella borbónica de Cataluña. Y dejar claro de una vez que lo de 1714 fue para instaurar a los Austrias.

La justicia, que se está mostrando impecable, nos está librando de una nueva guerra carlista.

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