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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Incógnitas de una noche de furia contra las mujeres

Los sucesos de Colonia que ahora se juzgan dejan algunas certezas inquietantes

Milagros Pérez Oliva

No se han cumplido ni siquiera dos meses desde que se cometieron los delitos, y los acusados de las agresiones sexuales y robos masivos cometidos la noche de Fin de Año en los alrededores de la catedral de Colonia (Alemania) han comenzado a sentarse ya en el banquillo. Los juicios comenzaron ayer y se prolongarán durante varios meses. Comprobar que la justicia puede ser tan rápida y diligente, como en este caso ha demostrado ser la alemana, produce una gran envidia y hace más insoportable, por contraste, la lentitud con la que opera la justicia española. Hecha esta consideración, la investigación judicial sobre lo ocurrido deja algunas certezas tan inquietantes como las incógnitas que aún quedan por resolver.

La primera cuestión: ¿cómo es posible que una turba de más de mil hombres exaltados, la inmensa mayoría extranjeros, agredieran sexualmente a cientos de mujeres y cometieran robos masivos sin que nadie les parara los pies? Solo una desastrosa actuación policial, por la que ya se han producido las correspondientes dimisiones, explica que los alrededores de la catedral de Colonia se convirtieran durante unas horas en un lugar sin ley. La policía local no supo hacer frente a los incidentes y tampoco pidió ni aceptó refuerzos a tiempo. En los días siguientes se presentaron 1.092 denuncias, 471 de ellas por agresiones sexuales y el resto por robos y agresiones.

El incidente fue rápidamente utilizado por la extrema derecha, que dio por hecho que los atacantes eran refugiados y culpó a Merkel por su generosa política de acogida. De momento se ha identificado a 78 presuntos agresores, y sí, la inmensa mayoría de ellos son inmigrantes de origen islámico, recién llegados y solicitantes de asilo. Pero solo 7 proceden de Siria o Irak. Nada menos que 57 son originarios de Marruecos y Argelia, dos países de los que no puede decirse que existan condiciones para una huida masiva. De la identidad del resto de atacantes no hay datos, pero se sabe que algunos llegaron de Bélgica y del norte de Francia.

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La gran incógnita sigue siendo si los ataques fueron el resultado de un contagio masivo de agresividad y desenfreno o fueron fruto de alguna consigna. En la primera hipótesis, un alto consumo de alcohol habría provocado un clima de impunidad en virtud del cual hombres solos y con problemas de relación con las mujeres en general, y con las occidentales en particular, habrían dado rienda suelta a sus fantasías de preeminencia machista y poder sexual. No es descartable, pero la psiquiatría no lo tiene fácil para explicar un fenómeno tan masivo. De la otra hipótesis no hay indicios. La fiscalía sigue rastreando 1,6 millones de conversaciones telefónicas para averiguarlo. El hecho de que simultáneamente se produjeran ataques en grupo a mujeres por lo menos en otras 12 ciudades alemanas hace verosímil algún tipo de convocatoria. En todo caso, la conmoción que ha causado el suceso bien puede servir a la causa del islamismo radical, siempre interesado en estimular la xenofobia y agravar así el distanciamiento entre los inmigrantes islámicos y la sociedad de acogida.

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