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La mujer de Netanyahu, reprobada por abusos laborales

El estado israelí deberá indemnizar a un exmayordomo por sufrir “insultos y humillaciones"

Benjamín Netanyahu y su esposa, Sara, en las elecciones de 2015.
Benjamín Netanyahu y su esposa, Sara, en las elecciones de 2015.Uriel Sinai (AP)

La conducta de Sara Netanyahu, esposa del primer ministro de Israel, con uno de los empleados de su residencia oficial ha sido reprobada públicamente por un tribunal. El Estado hebreo, como empleador, ha sido condenado por un tribunal laboral a pagar al exmayordomo Meni Naftali 170.000 shequels (alrededor de 40.000 euros) en concepto de reparación de daño emocional, perjuicios y costas salarial. Naftali interpuso en 2.014 una demanda por “trato vergonzoso y despectivo” por parte de la mujer de Benjamín Netanyahu durante los 20 meses que estuvo al frente del funcionamiento de la residencia del jefe del Gobierno.

Lo que en principio parecía otro proceso más que no pasaría de alimentar los rumores sobre el mal genio de Sara Netanyahu con sus subordinados ha resultado ser, en palabras de Naftali, la primera batalla que “David gana a Goliat”. En el fallo de 40 páginas dictado por la magistrada Dita Pruginin se refleja que la segunda dama israelí alegó en su defensa que las acusaciones eran calumnias y mentiras, ya que ella siempre había tratado “con educación” al empleado. Pero la sentencia reza así: “Esa no es la conclusión a la que llegamos con las pruebas presentadas”. En el texto, se da por probado que se violaron los derechos del trabajador con “peticiones exageradas, insultos, humillaciones y estallidos de ira”.

Entre otros hechos probados, se hace constar que Sara Netanyahu despertó a Naftali a las tres de la madrugada para abroncarle por haber comprado “leche en bolsa en lugar de en envase de cartón”. Una situación similar a la que fue denunciada también por otro exempleado, Gay Eliyahu, que prestó testimonio en apoyo del exmayordomo. “En una ocasión, me hicieron regresar de casa a la residencia oficial, pasada la medianoche, para calentar un plato de sopa a Sara”, declaró Eliyahu.

Nada más conocerse la sentencia, la familia Netanyahu hizo público un comunicado en el que calificaba de “hecho desafortunado que, incluso habiendo rechazado más del 90% del monto que reclamaba Meni Naftali (unos150.000 euros de indemnización), se haya decidido dedicar una significativa parte del fallo a la señora Netanyahu, que no era parte en el caso”.

Los escándalos protagonizados por el matrimonio Netanyahu en el ámbito doméstico se han reflejado en un constante cambio de trabajadores en la residencia oficial, ante el difícil carácter de la esposa del primer ministro

La condena destapa la caja de Pandora de los escándalos protagonizados por el matrimonio Netanyahu en el ámbito doméstico, a causa el constante cambio de trabajadores en la residencia oficial ante el difícil carácter de la esposa del primer ministro, que ocupa del cargo de forma ininterrumpida desde 2006, tras haberlo ejercido también entre 1996 y 1999.

En aquella primera época, Sara Netanyahu ya fue acusada de lanzar una zapatilla a una niñera, aunque la demanda fue finalmente desestimada. En 2010, Lillian Peretz, una empleada doméstica que estuvo casi seis años a su servicio en la casa de veraneo familiar en Cesarea (en la costa del norte de Israel), la denunció por trato humillante y por no pagarle el salario mínimo y las demás prestaciones laborales a las que estaba obligada por ley.

En 2013, la opinión pública israelí tuvo conocimiento de que la residencia del jefe de Gobierno contaba con una partida presupuestaria de unos 2.000 euros anuales para helado de pistacho y vainilla, y que los Netanyahu habían hecho instalar una cama de matrimonio en un avión de la compañía israelí El Al, para asistir a Londres al funeral de Margaret Thatcher, un vuelo de poco más de cinco horas de duración, con un coste estimado para los contribuyentes de unos 100.000 euros.

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