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CLAVES
Columna
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Gasolina demasiado cara

El coste por litro que paga el consumidor español es el quinto más caro de la UE

Xavier Vidal-Folch

¿Está la gasolina demasiado cara? No, en relación con lo que pagábamos hace un año.

Pero sí, en relación con los precios que pagan nuestros socios europeos. Impuestos aparte, el coste / litro que paga el consumidor español es el quinto más caro de la UE.

Gracias a que los impuestos que se le cargan al carburante son aquí muy inferiores —58%, contra 68% de media en la UE— el precio final es de los más baratos: España ocupa el lugar 18, de los 28 socios europeos. O sea, el problema no son los impuestos, sino el margen que obtienen en España las petroleras, refinadoras y distribuidoras: que además suele crecer, menudo cinismo, cuanto más baja el precio internacional del crudo.

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Otros repercuten el vertiginoso descenso de este último —más de la mitad, el 52,4%, entre el 13 de julio de 2015 y el 25 de enero pasado— en el precio final al consumidor mucho más rápidamente que España. O sea, trasladan la rebaja obtenida a sus clientes.

En España, esa rebaja fue del 30,7%, mientras que la reducción media de la eurozona fue del 34,1% (Cinco Días, 4/2/2016). ¿Dónde van a parar esos cuatro puntos de diferencia? A la faltriquera del sector petrolero, en vez de al bolsillo del consumidor.

Se confirma así la profecía anticipada por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) en 2011: “Los incrementos de las cotizaciones internacionales de gasolina y gasóleo de automoción podrían estar trasladándose más rápida e intensamente a los precios minoristas del carburante en las estaciones de servicio que las reducciones de las cotizaciones internacionales”.

Desde entonces, su sucesora, la CNMC, multó hace un año a Repsol, Cepsa, Disa, Galp y Meroil con un total de 32,4 millones por trapichear contra la competencia y los consumidores, pactando en secreto precios o ayudándose con información mutua en perjuicio de terceros. Y ha emitido 30 recomendaciones (“Bajarpreciogasolina”, en su blog) para reducir el oligopolio incorporando más actores a la privada CLH (almacenamiento y logística) y las tarifas de la pública CORES (reservas y control de existencias). Si todo eso tuviese efecto, bajaría aún más el precio, y ese margen podría dedicarse a preparar (energías renovables, eficiencia energética) el momento en que suban los precios del petróleo.

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