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CLAVES
Columna
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Héroes civiles

La diferencia entre una sociedad mafiosa y una democracia es que en la primera hay clanes y chivatos y en la segunda normas y ciudadanos

El Señor X era un joven concejal que asqueado por la corrupción que observaba en su Ayuntamiento hizo algo increíble: infiltrarse en una de las tramas de corrupción más grandes que ha habido en España. Los cientos de documentos que recopiló y las 18 horas de conversaciones que logró grabar mandaron a la cárcel a decenas de personas y pusieron en jaque a la cúpula de su partido. El Señor X podría haberse ido a su casa: nadie se lo hubiera reprochado. También podría haber mirado hacia otro lado. E incluso podría haber pedido una parte proporcional del botín. Pero no, el Señor X se tiró dos años acudiendo con micrófonos ocultos a reuniones con sus compañeros de partido.

Un caso no muy diferente del Señor Y, funcionario en el área de Urbanismo de una de las ciudades más corruptas de España. Durante décadas se cometieron allí todo tipo de desmanes urbanísticos, con el dinero circulando a chorro y los corruptos sin ni siquiera molestarse en ocultar su tren de vida. Donde nadie nunca había visto nada denunciable, el Señor Y se fue a la comisaría y destapó una trama de corrupción cuantificada en nada menos que 2.400 millones de euros que acabó con el procesamiento de 86 personas, entre ellas 20 exediles.

Héroes, ¿verdad? Pues al Señor X, en lugar de hacerle una estatua y darle las llaves de la ciudad, su Ayuntamiento lo denunció por revelación de secretos. Y al Señor Y, en lugar de nombrarlo concejal de Urbanismo, lo trasladaron de puesto. Lo mismo que a la Señora Z, ingeniera de Caminos que denunció la corrupción en la empresa pública en la que trabajaba y fue premiada con el acoso laboral de sus jefes y el despido.

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Una diferencia crucial entre una sociedad mafiosa y una democracia moderna es que en la primera hay clanes y chivatos y en la segunda normas y ciudadanos. X denunció Gürtel, Y, Marbella, y Z, Aquamed. ¿Cuántos españoles saben sus nombres? ¿Dónde están las estatuas, los libros, las películas, las condecoraciones, las invitaciones al Congreso, las audiencias reales? No pongo aquí sus nombres: hagan ustedes el ejercicio cívico de buscarlos. Se lo deben. @jitorreblanca

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