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Ciberactivismo en femenino

Ellas también son parte importante, pero el precio de los servicios de telefonía es uno de los principales obstáculos para el acceso de las mujeres a Internet. Las activistas creen que pueden aportar templanza a los debates sociales en las iniciativas de uso comprometido de las TIC

María José Durán
Carlos Bajo Erro
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“Las mujeres son absolutamente indispensables para el ciberactivismo porque, al ser ciudadanas de pleno derecho, su ausencia sería sinónimo de injusticia en el seno de este movimiento”, reivindica Dieretou Diallo, una joven bloguera guineana. Es indiscutible. La presencia de mujeres en el entorno digital es menor que la de los hombres y esta desigualdad se proyecta al continente africano y al fenómeno del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para la transformación social. Pero surgen dos preguntas. Una: ¿esta desigualdad tiende a reducirse? Y dos: ¿El mundo del ciberactivismo en África, es más igualitario que otros ámbitos sociales (partiendo de la base de la desigualdad)?.

En este entorno se produce un fenómeno paradójico. Ellas son menos y, sin embargo, la lista de blogueras, twitteras y ciberactivistas, en general, populares, respetadas y escuchadas es muy larga. No es nada extraño que los referentes, en este ámbito, sean femeninos.

Un reciente estudio de la World Wide Web Foundation arroja luz sobre los detalles de los obstáculos que las mujeres enfrentan para acceder a las TIC. Este informe señala que ciudades como Nairobi, Kampala o Maputo se cuentan entre las más desiguales (en términos de presencia en internet) del planeta. Aseguran los datos, por ejemplo, que en Nairobi la brecha de género se sitúa en el 185% y en Kampala en el 190%. Los datos de este informe coinciden con los que ofrece el Informe sobre la medición de la sociedad de la información 2015, de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU). Esta institución asegura que la brecha entre hombres y mujeres en el acceso a internet es del 20,5% en el continente africano. Dos años antes, en 2013, esta diferencia era ligeramente mayor, del 20,7%.

El diagnóstico de la diferencia entre géneros, en estos y otros documentos, incluye además la certeza de que las TIC pueden ayudar a la independencia económica de las mujeres y a un aumento de la participación social. Lo dice el mismo informe de la ITU. Así que una vez detectado el problema, se ha dado un primer paso para hacerle frente. En todo caso, estas instituciones internacionales van a remolque de lo que la realidad muestra a pie de calle. Las bases para reducir la desigualdad hace años que se están poniendo y las iniciativas, muchas de ellas, surgidas de las propias usuarias se multiplican.

En Dakar, las puertas de Jjiguène Tech Hub se abren preferiblemente para las mujeres, pero no sólo para ellas. Es uno de los pocos espacios de innovación impulsado y gestionado por mujeres y dirigido preferentemente a las necesidades femeninas. “Un tech hub para las mujeres anima la emprendeduría a través del apoyo mutuo y la puesta en común de los trucos y las ideas”, explica Binta Coudy, una de las fundadoras del espacio, que recuerda que en ese esfuerzo no desprecian la colaboración de los hombres.

Según esta joven ingeniera senegalesa, el tech hub “aspira a dar una voz a las mujeres que trabajan en las ingenierías, la tecnología o las matemáticas”. Jjiguèn pretende en palabras de Binta Coudy “mostrar que en estas disciplinas también hay mujeres y apoyar a aquellas que quieren hacer carrera en estos ámbitos”. Asegura que cuando hay “convocatorias para puestos técnicos el porcentaje de mujeres es muy bajo o inexistente” y por eso intentan “dirigir las informaciones útiles (ofertas de trabajo, oposiciones, subvenciones, formación…) hacia el colectivo femenino”. “Teniendo un tech hub que responda a nuestras necesidades podemos ayudar mucho a las mujeres a entrar en estos sectores y a mostrar sus capacidades”, asegura esta emprendedora tecnológica.

El caso de Jjiguène Tech Hub es raro, pero no exclusivo. En Johannesburgo, por ejemplo, el tech hub estadounidense Black Girls Code tiene una sede en la que los esfuerzos se orientan a familiarizar a las niñas con el entorno digital. En Lagos, el W.TEC (Women’s Technology Empowerment Centre) está remando también en la misma dirección. Estos espacios se encuentran con iniciativas globales de las organizaciones internacionales orientadas a facilitar el acercamiento de las mujeres a las tecnologías y, por ejemplo, con algunos proyectos de fundaciones privadas como el WeTech, de la organización auspiciada por el ex presidente estadounidense Bill Clinton y su hija, que también localiza una parte de sus trabajos en el continente africano.

Actividades de formación en codificación para mujeres jóvenes de Jjiguène Tech Hub.
Actividades de formación en codificación para mujeres jóvenes de Jjiguène Tech Hub.Cedidas por Jjiguène Tech Hub.

Sin embargo, más allá de salvar la brecha del acceso a internet, de animar el uso de las TIC entre las mujeres y de dar visibilidad a sus capacidades en el sector tecnológico, el informe de la World Wide Web Foundation también se fijaba en las diferencias que se hacen patentes, por ejemplo, a la hora de expresar opiniones a través de los medios sociales. Es decir, de utilizar estas herramientas como instrumento de participación social y política. O, por decirlo de otra manera y en sentido amplio, las diferencias entre la implicación en el ciberactivismo de hombres y mujeres. Igualmente, en este ámbito, parece que al ciberactivismo le falta su lado femenino. Rosebell Kagumire, una reconocida bloguera ugandesa, explica este desequilibrio desde lo que se podría considerar el machismo digital.

“Internet sigue siendo muy masculino, en muchos aspectos”, señala Kagumire. “Las mujeres tienden a mantenerse al margen debido a la actitud de algunos hombres y de otras formas de violencia contra las mujeres. Si una mujer se significa o, simplemente, se expresa, hay muchas posibilidades de que sufra ataques sexistas. Y en general, eso las desanima a participar de esta manera”. Sin embargo, esta respetada y reputada bloguera destaca que la actitud hostil no ha desactivado las inquietudes femeninas. “Hay mujeres que se lanzan y se enfrentan al sexismo y la violencia on line”, cuenta satisfecha y añade: “Lo han hecho muchas y se han convertido en voces respetadas. Necesitamos más activistas en Internet, todavía somos pocas para contrarrestar el sexismo. En mi país, más del 60% de usuarios de Twitter son hombres, por ejemplo. Necesitamos más activismo en línea tratando de contrarrestar esta situación”.

Y realmente, se observan algunos movimientos en la línea que plantea Kagumire. En Costa de Marfil, una de las comunidades pioneras en el ciberactivismo de África Occidental, las mujeres han asaltado la blogosfera. En diciembre de 2015, Edith Brou, tomó el relevo de Cyriac Gbogou, una auténtica vaca sagrada del compromiso digital, al frente de la Association des blogueurs de Côte d’Ivoire (ABCI). La vicepresidenta de la misma organización pasó a ser Coraline Yeboué.

Por otro lado, dentro de la asociación de blogueros de Guinea, Ablogui, se enmarca un colectivo de “blogueras”, con personalidad propia, Blogueuses Guinéennes, liderado por una jovencísima Dieretou Diallo, que considera importante tener un espacio propio para “discutir sobre temas ligados especialmente a la causa femenina, en general, y a las necesidades de las guineanas, en particular, ya sea la mutilación genital, el matrimonio precoz o forzado, o la escolarización de las niñas”, según explica.

Las amazonas de la blogosfera

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Por Ángeles Jurado

Ghislaine Atta (Abiyán, Costa de Marfil, 1984) dejó el mundo del blog hace tiempo, pero quedará inmortalizada en los anales de la historia como una de las pioneras de la blogosfera marfileña. Su nombre figura en esa ciberhistoria, en letras de molde, junto a los de otras mujeres como Nnenna Nkwanama o Edith Brou y de colegas del sexo opuesto, entre los que destacan Cyriac Gbogou, Jean-Patrick Ehouman o Bacely Yorobi. Periodista de formación, mujer habituada a la innovación y a hacer preguntas, Ghislaine comenzó su carrera como becaria en la revista Life para después recalar en la redacción virtual de Fraternité Matin, el principal periódico del país. Es redactora web desde septiembre de 2009 y lleva un tiempo especializándose en el mundo del periodismo científico. Se reconoce parte de una minoría en el sector de los medios de comunicación en Costa de Marfil: mujer, joven y con Internet a flor de piel.

A sus 22 años, esta estudiante de Economía-Sociología y de Comunicación, considera que bloguear es un mecanismo importante para las mujeres “para expresarse, para denunciar y para demostrar que existen”. “Gracias al ciberactivismo, las mujeres pueden llamar la atención de todos sobre las desigualdades perpetuas a las que se enfrentan y utilizarlo como un arma para plantear acciones concretas. Porque no hay que olvidar que el ciberactivismo que es virtual por definición tiene que materializarse en algo sobre el terreno”, señala esta joven que ha sido responsable de comunicación de la asociación Ablogui y redactora jefa de la plataforma de vigilancia de las elecciones GuineeVote.com.

Las guineanas como Diallo no son una excepción. En Burkina Faso, algunas ciberactivistas también han buscado reivindicar su protagonismo y lo han hecho a través de una plataforma con una orientación de género pero perfectamente implantada dentro de la comunidad de ciberactivistas locales. Se trata de Mys’TIC, que promueve actividades dirigidas a las féminas, pero dentro de ese colectivo de usuarios comprometidos en el que sus impulsoras tienen una posición muy reconocida. O, un caso muy similar es el de TechHer, una iniciativa que pretende convertirse en un referente para las geeks nigerianas y que, entre otras estrategias, pone mucho énfasis en resaltar los ejemplos femeninos que nos encontramos en el sector tecnológico.

Según Nnenna Nwakanma, responsable para África de World Wide Web Foundation, los principales obstáculos para el acceso de las mujeres a las TIC son la falta de conocimientos, el precio de los servicios y el nivel de educación. Nwakanma se basa en los resultados del estudio realizado por su organización. Estas trabas son muy parecidas a las que plantea Dieretou Diallo haciendo referencia a un informe impulsado por el Réseau de Femmes Parlamentaires de la Assemblée Parlamentaire de la Francophonie, que añade la falta de infraestructuras en materia de TIC.

Rosebell Kagumire se centra en el caso que mejor conoce, el de su país. “En Uganda tenemos casi 20 millones de usuarios de teléfonos móviles”, señala Kagumire, “pero en muchos casos, los hombres controlan el acceso a esos teléfonos porque tienen el poder económico”. Así, la independencia económica está directamente relacionada con el acceso a las TIC y ésta con el hecho de poder sacarles todo el partido, desde la participación social y política hasta la actividad económica. “A medida que más mujeres tienen independencia económica, vemos que muchas más tienen acceso a internet. Hemos visto agricultoras que utilizan aplicaciones para comercializar sus productos y también que cada vez hay más estudiantes en sectores informáticos”, añade Kagumire.

Porque los prejuicios, los roles sociales, también son un obstáculo considerable a la presencia de las mujeres africanas en las redes, algo que, por otro lado, ocurre también en muchas otras regiones del mundo. Ése es uno de los ámbitos en los que trabajan las impulsoras de Jiguène Tech Hub. La formación, la desmitificación de las TIC y el acercamiento a los sectores femeninos son un primer paso, y, sobre todo, cuando se destinan a las niñas en edad temprana. “Pienso que se debería democratizar el acceso a las nuevas tecnologías, pero también animar a las jóvenes desde el colegio a dirigirse hacia los sectores de la tecnología. A menudo tienden a ir hacia trabajos o actividades más asistenciales que a los de ciencias y tecnologías”, señala Diallo. “Hay que mostrarles que una chica puede ser igual de habilidosa en estos ámbitos que un chico. Porque, a menudo, se menosprecian las capacidades de las chicas mientras se sobrevaloran las de los chicos. Consecuencia: ellas pierden la confianza”, se queja la joven guineana. “Tenemos que romper el mito de que la tecnología es algo complejo que sólo está al alcance de los hombres”, apunta Kagumire. La realidad ayuda a desmentir esta ficción.

La bloguera guineana Dieretou Diallo, durante su participación en una conferencia.
La bloguera guineana Dieretou Diallo, durante su participación en una conferencia.Cedida por Dieretou Diallo

A partir de las opiniones de estas activistas, da la impresión de que se trata de un proceso que sólo necesita un desencadenante. Rosebell Kagumire asegura: “Si una mujer tiene confianza y conoce bien el derecho que tiene a la libertad de expresión, va a ir al entorno digital a ejercerla igual que lo hace en su comunidad”. “No hay soluciones mágicas”, dice la senegalesa Binta Coudy, “pero, a partir de nuestras actividades, estamos seguras de que las mujeres quieren y tienen ganas de acceder al mundo de las TIC desde el momento en el que se lo presentamos”.

Todas estas mujeres, modelos del sector tecnológico, están de acuerdo en que la presencia de las mujeres en las redes es necesaria como miembros activos de la sociedad. Nnenna Nwakanma considera que las mujeres "pueden aportar contenidos que sirvan a otras mujeres de una manera que los hombre no pueden hacer, pero en materia de ciberactivismo estamos hablando de derechos humanos, y en eso no hay gran diferencia entre hombres y mujeres". La bloguera ugandesa es más directa: “Las mujeres se están implicando en iniciativas on line de asuntos públicos. Las mujeres son parte de la sociedad y su contribución es importante para la igualdad y para cualquier tipo de progreso”.

Dieretou Diallo es la más joven de estas activistas, pero aporta el argumento más concreto: “En nuestras sociedades, las mujeres siempre han tenido un papel de facilitadoras y pueden continuar aportando este carácter calmado, pueden atemperar los debates a favor del interés general, para que los mensajes lleguen más y no se transformen en diálogos de sordos”. Como señala la propia Diallo: “Las TIC están facilitando la transición social en África y en muchos países el ciberactivismo ha modificado los códigos de comportamiento político. En la medida en la que las mujeres, cuyo papel también se está modificando, se integren en estos procesos obtendremos una combinación suficientemente potente para cambiar las tendencias del pasado e instaurar nuevos paradigmas sociales, beneficiosos para el desarrollo económico y más respetuosos con los derechos humanos”.

'Techies', 'geeks' y otras mujeres africanas

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Por Ángeles Jurado

Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) conforman un sector que contribuye a entre un 6 y un 8 % del PIB de países como Costa de Marfil (cifras gubernamentales) y en el que, según algunas estimaciones algo imprecisas, las mujeres están presentes en apenas un 15 % de los empleos. Se trata de un sector en expansión, con su propio ministerio en muchos países africanos y que supone una de las apuestas fuertes de los empresarios y las sociedades civiles del continente.

También de sus gobiernos, aunque no se atajen males como los constantes cortes de corriente eléctrica, las tarifas abusivas y las malas conexiones. No en vano, el ministro de las Tecnologías de la Información de Costa de Marfil, Bruno Koné, afirmó recientemente que "las TIC van a convertirse en un catalizador del empleo en los países africanos y particularmente en Costa de Marfil''.

Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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