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CLAVES
Columna
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Campañas útiles

Rivera, los dos Rivera, se han visto metidos en un hoyo del que es difícil salir

Jorge M. Reverte

En algunas ocasiones, pienso yo que no solo a mí, pasa que las campañas electorales se muestran como algo inútil, que se conserva por motivaciones parecidas a las que llevan a repetir año tras año el ritual de las Navidades. Los villancicos son, por supuesto, los himnos machacones de los partidos.

Pero hay una utilidad que se da fundamentalmente en los debates, que es la de la metedura de pata. De pronto, el candidato se ve confrontado a sus propias palabras con mayor virulencia que si fuera a las del adversario. La propuesta que se pone sobre la mesa no ha sido suficientemente testada con los probadores del partido.

Y una candidata llamada Marta Rivera dice que su partido, Ciudadanos, va a proponer que las penas por delitos de violencia de género no tengan agravante respecto a cualquier otra violencia. Rivera, al parecer, no había tenido que defender esa propuesta en ningún otro foro. Y claro, la fastidió (la expresión más adecuada a lo que pasó es de una desagradable escatología). El representante del PSOE en el debate, Antonio Hernando, se vio ante un regalo inopinado y se lo dijo: “No han entendido ustedes nada”.

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En unos segundos el siempre “fresco” mensaje de Ciudadanos se descompuso. Y Albert Rivera lo estropeó por completo al apoyar lo dicho por su homónima, con un discurso aún más confuso, y por ello aún más claro. Quiso que en un debate a nueve con tiempo tasado se resolviera lo que había quedado discutido en el Tribunal Constitucional sin límite de tiempo.

Rivera, los dos Rivera, se han visto metidos en un hoyo del que es difícil salir, porque este asunto tiene que ser explicado a fondo o tiene uno que defenderse de la siempre incómoda acusación de machismo. Porque sin todas sus explicaciones, lo de bajar grados penales a la violencia de género es una postura inequívocamente machista. No basta tener cara de bueno para hacerla y salir indemne.

Rivera y Rivera tienen que quitar ese asunto del debate político. Y empezar cualquier alusión a la violencia contra las mujeres con una explícita condena que evite toda confusión. Mientras tanto, Marta Rivera debe aprovechar para estudiar que las estadísticas dicen que los hombres pegan y matan más. Eso se llama machismo.

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