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¿Limitar la velocidad reduce de verdad la contaminación? Depende

Preguntas y respuestas sobre la prohibición en Madrid de circular a más de 70 km/h

Un peatón circula por el extraradio de MadridFoto: atlas | Vídeo: Alvaro García
Manuel Ansede

¿Limitar la velocidad reduce la contaminación?

Depende. El Ayuntamiento de Madrid ha prohibido superar los 70 kilómetros por hora en los accesos a la ciudad por los altos niveles atmosféricos de dióxido de nitrógeno, producidos principalmente por los motores diésel. Un estudio de vehículos en Reino Unido halló que el mínimo de emisiones de óxidos de nitrógeno se producía a 60 kilómetros por hora. En cuanto a las partículas en suspensión PM10, compuestas por hollín y metales pesados, alcanzaban su mínimo a 70 kilómetros por hora, como los de CO2, el gas responsable del calentamiento global. El monóxido de carbono, sin embargo, tocaba su suelo a 80 kilómetros por hora. La investigación, realizada por el Departamento de Transporte de Reino Unido y citada en sus informes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), empleaba datos de 2005. La propia OCDE reconoce que “los vehículos modernos, que emplean las últimas tecnologías, presentan niveles mucho menores de contaminantes y esas emisiones en realidad son mucho más sensibles a la aceleración que a la velocidad media”.

¿Qué dicen las autoridades europeas?

La Agencia Europea de Medio Ambiente afirma que las limitaciones de velocidad al entrar en las ciudades y en las carreteras de circunvalación “podrían reducir significativamente tanto el consumo de carburante como las emisiones de contaminantes, además de ofrecer beneficios en materia de seguridad”. El organismo cita estudios científicos con limitaciones hasta 80 kilómetros por hora y destaca que “bajar la velocidad reduce los dos contaminantes actualmente más importantes en Europa: los óxidos de nitrógeno de los motores diésel y las partículas en suspensión”.

¿Cuanto más se reduce la velocidad, menos contaminantes se emiten?

No. La propia Agencia Europea de Medio Ambiente recuerda que “no están tan claros los beneficios de limitar la velocidad en las carreteras locales, por ejemplo de 50 a 30 kilómetros por hora”. Un estudio del Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica, publicado en 2011, mostraba que a velocidades muy bajas el consumo de carburante podía aumentar, sobre todo en coches grandes, pero dependiendo de multitud de factores, desde el modelo del vehículo al tipo de combustible. “El argumento clave para reducir la velocidad en las carreteras locales es el deseo de disfrutar de un entorno más seguro y tranquilo, más que las consideraciones medioambientales”, reconoce la agencia europea.

¿Es preocupante la contaminación en las ciudades?

Sí, mucho. El 90% de la población urbana de la UE sufre niveles de contaminantes atmosféricos considerados nocivos por la Organización Mundial de la Salud. La Comisión Europea ha abierto procedimientos de infracción contra España, Reino Unido, Portugal, Italia, Alemania y Francia por superar los límites legales de dióxido de nitrógeno vigentes desde 2010. La contaminación atmosférica provoca la muerte prematura de casi 500.000 europeos cada año. Solo en España, las partículas finas PM2,5 causan 25.000 muertes anuales, según un informe publicado el año pasado por la Agencia Europea de Medio Ambiente.

¿La contaminación va a peor?

No, todo lo contrario. Un estudio sobre la calidad del aire en España en el periodo 2001-2012 ha mostrado, en zonas urbanas e industriales, reducciones del 30% en las partículas en suspensión PM10 y del 36% en partículas PM2,5, más finas y más nocivas al penetrar más en los pulmones. Los autores del trabajo, liderados por Xavier Querol, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (CSIC), achacan esta mejoría a la menor actividad industrial y al menor tráfico causados por la crisis económica, pero también a la entrada en vigor de varias directivas europeas de control de las emisiones industriales y del tráfico rodado.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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