70 años de la ONU
El balance de la organización es positivo, aunqe el derecho de veto es un mecanismo obsoleto
El 70º aniversario de la creación de Naciones Unidas merece el reconocimiento a una organización que desde el final de la II Guerra Mundial ha servido como el principal foro de diálogo y discusión en la esfera internacional. Con sus éxitos y sus fracasos, la ONU es el espacio en el que todos los países han podido plantear sus problemas, el canal de diálogo que —a pesar de limitaciones y frustraciones— ha servido en muchas ocasiones para enfriar la tensión, e incluso en algunas para evitar enfrentamientos armados. Solo por esto ya es valiosa su existencia.
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La ONU nunca lo ha tenido fácil. Heredera de la Sociedad de Naciones, incapaz de evitar una de las mayores tragedias de la historia —la II Guerra Mundial— y con la guerra fría marcando casi toda su existencia, ha sabido adaptarse a los tiempos y ser un instrumento útil para el cambio de un mundo colonial a una era de naciones independientes —proceso realizado en su mayor parte sin guerras— y posteriormente a una sociedad interconectada a nivel planetario. Claro que en estos 70 años ha habido fallos, equivocaciones y escándalos; que su eficacia es cuestionada en numerosos ámbitos, así como su lentitud en la toma de decisiones, y que el derecho de veto de los cinco grandes en el Consejo de Seguridad probablemente no corresponde a estos tiempos. Pero en conjunto el balance no es ni mucho menos negativo. A la pregunta de cómo hubiera sido el mundo si no se hubiese creado la ONU la respuesta es: seguramente peor.
Se celebra además otro aniversario relacionado con la ONU: hace 60 años que España forma parte de ella. El país que el secretario general de la ONU visitó la semana pasada —una democracia moderna, asentada y comprometida con las libertades— apenas tiene nada que ver con aquella dictadura de 1955. Una transformación que sirve de recordatorio de los valores que encarna Naciones Unidas.
