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CONVERSACIÓN GLOBAL

Abandono con nombres y apellidos en Brasil

El caso de una mujer que dejó a un bebé en una acera reabre el debate sobre la adopción

Raquel Seco
Bolsa en la que fue hallado el bebé.
Bolsa en la que fue hallado el bebé.Edu Silva (Futura Press / FOLHAPRESS)

Sandra Queiroz quería ser anónima. Esperó hasta la noche para bajar a la calle del barrio de clase alta de Higienópolis, en São Paulo, con una bolsa pesada entre los brazos. Caminó, dudó, dio rodeos, y al final dejó con cuidado el bulto en una acera. Siguió merodeando, agazapada, hasta que un portero encontró a la niña. A pesar de que las cámaras de seguridad no la grabaron con claridad, tres días después aquella imagen borrosa ya tenía nombre completo (Sandra María Santos Queiroz), profesión (empleada doméstica interna en una casa de Higienópolis) y los medios replicaban fotos de su detención, su desespero y su desmayo rodeada de policías.

Aunque Sandra apenas ha hablado desde que estalló el escándalo, se sabe que ocultó el embarazo a sus empleadores y dio a luz en el baño contiguo a su cuarto de servicio. La opinión pública la tachó de mala madre y mala persona, y se preguntó por qué no dio en adopción a la recién nacida.

El escándalo ha puesto sobre la mesa el debate de la adopción en Brasil, donde al menos 46.000 niños y adolescentes viven en orfanatos. El país no permite el anonimato en el parto o en la entrega de hijos para ser adoptados. Los padres tienen que acudir a las autoridades, explicar sus motivos, y ser identificados. El sistema de parto secreto sí existe, por ejemplo, en Francia, donde las madres que dan a luz sous X (literalmente, bajo la X”) nunca revelan su identidad y tienen hasta dos meses para cambiar de opinión y recuperar a su hijo. El modelo, eso sí, nunca ha estado exento de polémica: ¿prima el derecho del hijo a la propia identidad o el de la madre al anonimato?

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No parece que el debate se vaya a resolver pronto en Brasil, con una creciente población evangélica y ciertas políticas sociales cada vez más conservadoras. El abandono de un menor está castigado con hasta tres años de prisión, y la condena aumenta si el responsable es un familiar directo. Mientras, Sandra, madre de otros dos hijos, ha declarado que le pudo la desesperación y que quiere a su bebé de vuelta.

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Sobre la firma

Raquel Seco
Periodista en EL PAÍS desde 2011, trabaja en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro. Antes editó en el suplemento IDEAS, coordinó el equipo de redes sociales del diario y la redacción 'online' de Brasil y trabajó en la redacción de México.

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