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LA OTRA FOTO | Arba Minch (Etiopía)
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tradición, ocio y negocio

Veinte millones de personas mastican khat, una droga que se ha enseñoreado del Cuerno de África

José Naranjo
Dos hombres mascan Khat en un local de Arba Minch (Etiopía), a principios de agosto.
Dos hombres mascan Khat en un local de Arba Minch (Etiopía), a principios de agosto. Bernardo Pérez

Es la droga más popular del Cuerno de África. En Etiopía, Kenia o Somalia es difícil no toparse con mascadores de khat, también llamada qat o miraa. Si bien su uso tradicional está relacionado con celebraciones y rituales, lo cierto es que en los últimos años se ha convertido en una droga de los pobres que se usa simplemente como estimulante, para pasar el rato o rebajar tensiones. Allí, muchos hombres la mascan a diario en público, mientras que las mujeres, cuando lo hacen, suele ser en privado por restricciones culturales. Para estos países su cultivo es un importante pilar de la economía pese a que en los últimos años se ha extendido la prohibición de exportarla a algunas regiones del mundo, como EE UU, el norte de Europa o Reino Unido, donde es consumida por los emigrantes de primera generación.

La planta es originaria de Etiopía, pero su cultivo se ha extendido a otros países de la región, de la costa Este africana e incluso de la península Arábiga, como Yemen. Las hojas conservan sus propiedades solo dos o tres días después de ser arrancadas de la planta. Aunque su efecto estimulante es considerado menor que el de la anfetamina y su uso moderado no se considera nocivo, no mucho peor que el café por ejemplo, recientes investigaciones apuntan a que consumido de manera intensa puede desencadenar estados de psicosis y conductas agresivas, así como otros problemas como cáncer oral y gástrico, hipertensión, disfunción sexual y úlceras, además de la adicción en sí misma.

Hace años que los grupos islamistas radicales como Al Shabab han comenzado una cruzada contra el consumo de esta planta al considerar que ataca los preceptos del Corán. Sin embargo, muchos señores de la guerra de Somalia, sobre todo en la región independizada de Somaliland, controlan la producción de khat. Y es que los extremistas lo tienen difícil al tratarse de una droga socialmente aceptada y, además, porque su producción, transporte, procesado y venta genera una gran cantidad de empleo y de beneficios no solo en este país, sino en toda África del este. Según el Observatorio Europeo de las Drogas, hay 20 millones de usuarios en el mundo y, hasta su prohibición el año pasado, Londres era el principal punto de entrada en Europa.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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