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Qué es y para qué no sirve Addyi, la ‘viagra’ femenina

El medicamento, de eficacia modesta, sólo está indicado para un trastorno sexual concreto y viene repleto de contraindicaciones y efectos secundarios

Miguel Ángel Criado
Addyi estará disponible en las farmacias de EEUU en octubre.
Addyi estará disponible en las farmacias de EEUU en octubre.EFE

Tras años de ensayos, peleas con las autoridades sanitarias de EE UU y un gran esfuerzo de mercadotecnia y relaciones públicas, la viagra femenina ya está aquí. Con el nombre comercial de Addyi, en octubre podrá comprarse en las farmacias estadounidenses y no tardará mucho en llegar a Europa, ya sea por los canales oficiales o los clandestinos. Así podría ser el prospecto de estas pastillas color rosa y, como con todas las medicinas, hay que leerlo entero.

¿Qué es Addyi?

Addyi actúa sobre dos neurotransmisores, la serotonina y la dopamina

Addyi es un fármaco cuyo principio activo es la flibanserina, un compuesto químico que actúa sobre determinados neurotransmisores del cerebro. Su acción es doble: por un lado es un medicamento agonista (activador) que se une a receptores de la serotonina, un neurotransmisor del sistema nervioso central. Tras la unión, activa este neurotransmisor como hacen otros medicamentos antidepresivos. De hecho, la flibanserina se ensayó primero como antidepresivo, con tan magros resultados que la farmacéutica propietaria del compuesto lo vendió a la actual propietaria, Sprout Pharmaceuticals. En paralelo, Addyi también se agarra a otros receptores neuronales, esta vez de la dopamina (otro neurotransmisor), pero en este caso en vez de activarlo, lo inhibe.

¿Para qué se utiliza?

Addyi solo tiene una aplicación: el trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH), es decir, promete elevar la libido de las mujeres. En el penúltimo Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) definen este trastorno como "disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente, y provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal". En la última versión del manual, le han cambiado el nombre. Eso sí, no tiene nada que ver con la desidia sexual fruto de la monotonía, el paso del tiempo o con otras disfunciones sexuales de origen físico.

Una encuesta mencionada por The New York Times estima que al menos el 10% de las mujeres de EE UU sufren TDSH. Otras fuentes doblan esa cifra. Sin embargo, la doctora Carme Coll, ginecóloga experta en salud reproductiva de la mujer, niega que haya cifras fiables y, en todo caso, las rebaja hasta el 1%, al menos entre las mujeres postmenopáusicas.

¿Quién puede tomar Addyi?

La FDA, la agencia del medicamento de EEUU dejó muy claro quién puede tomar flibanserina y quién no. Addyi está indicado solo para las mujeres con TDSH que aún no hayan llegado a la menopausia. Así que quedan fuera las que presenten un marcado bajón de deseo sexual por otras enfermedades físicas o psiquiátricas o por problemas de pareja. Después de la menopausia, Addyi no conllevaría más que un efecto placebo. Además, su uso no está indicado para mejorar el rendimiento sexual. Aquí la contraindicación es la misma que para la Viagra, aunque la realidad es que muchos hombres la han usado con ese supuesto objetivo.

¿Es eficaz?

Este punto no aparece en un prospecto real, pero es la pregunta clave. Buena parte de la polémica que rodea a Addyi es que presenta una baja ratio de eficacia/efectos secundarios. Sprout Pharmaceuticals la ha probado con más de 11.000 mujeres pero mejor fiarse del dictamen de la FDA que de la farmacéutica. Se realizaron tres ensayos durante 24 semanas con dosis de 100 miligramos con unas 2.400 mujeres premenopáusicas con TDSH, con una media de edad de 36 años y al menos cinco años con el trastorno. A la mitad de la muestra se les administró unas píldoras inocuas, para controlar el efecto placebo. En los ensayos, las mujeres contaros sus encuentros sexuales satisfactorios y relataron su deseo sexual en las cuatro semanas anteriores a tomar el medicamento. 

Su principio activo, la flibanserina, afecta al sistema nervioso mientras que la Viagra es un  vasodilatador

De media, Addyi elevó el número de encuentros sexuales satisfactorios entre 0,5 y 1 más que la cifra base (de dos o tres al mes), frente a entre el 0,3 y 0,4 de las que tomaron el placebo. En los tres ensayos, entre las tratadas con Addyi que dijeron haber mejorado sus citas íntimas, su deseo sexual y reducido su angustia ante el sexo hubo un incremento del 10% respecto a las tratadas con el placebo. Lo que también demostraron las pruebas es que la flibanserina no mejora el rendimiento sexual.

Efectos secundarios y contraindicaciones

La lista de efectos colaterales pone en contexto el valor de este medicamento. Son tantos que la FDA ha obligado a Sprout Pharmaceuticals a destacar los riesgos de este medicamento en el envase cuando lo comercialice, en octubre. En los ensayos, las reacciones adversas más comunes, por encima del 10% de los casos, fueron mareos, somnolencia, fatiga, insomnio o sequedad en la boca. Más seria es la posibilidad de que el fármaco provoque hipotensión (tensión arterial extremadamente baja) o pérdida de la consciencia. Ambos efectos pueden agravarse si se toma alcohol u otros medicamentos durante el tratamiento. Son efectos adversos propios de un antidepresivo. Aún así, como recuerda la doctora Coll, son menores que los de la Viagra.

¿Qué tiene que ver con la Viagra?

Nada, nada en absoluto. Addyi es rosa, la viagra es azul. Colores aparte, las diferencias son todas. "La flibanserina actúa a nivel del sistema nervioso central mientras que la viagra es un vasodilatador", comenta la doctora Coll. El segundo es un medicamento físico, el otro psíquico. "Son tan diferentes como lo son la sexualidad masculina, más física y visual, y la femenina, más mental". Esta diferencia clave explica la posología de ambos fármacos. Mientras la Viagra se toma poco antes del acto sexual y dura unas pocas horas, Addyi ha de tomarse todos los días, haya o no sexo.

Esta ginecóloga también se pregunta si no estaremos ante otro caso de enfermedad inventada para vender más. En su práctica clínica y de lo que comparte con otros colegas tiene la convicción de que, además de la baja incidencia real de los casos de este trastrono del deseo sexual inhibido, la mayoría de los casos se pueden solucionar con terapias conductuales u otros tratamientos. Y recuerda: "con los años, la sexualidad cambia, solo es cuestión de reinventar el encuentro sexual".

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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