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El pulso
Columna
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La bomba demográfica egipcia

En este país se registran más de 2,5 millones de partos anuales. Multiplica por cuatro la media de los países occidentales

El Cairo, capital de Egipto.
El Cairo, capital de Egipto.Peter Unger (Getty)

Camino del aeropuerto de El Cairo se encuentra la sede del CAPMAS, el instituto nacional de estadística egipcio. El edificio lo corona un marcador electrónico en números árabes que no cesa de actualizarse: es un recuento de la población del país, que registra varios nacimientos por minuto. A la hora de escribir este artículo, la cifra era de 89.122.549. No obstante, algunos expertos apuntan que el censo infravalora la población real –algunos ciudadanos esconden su existencia al fisco–, que podría ascender hasta los 95 millones.

La población no es consciente de la gravedad de la situación

Tras un descenso progresivo de la tasa de natalidad durante las últimas décadas, a partir del año 2008, el promedio de hijos por mujer ha experimentado un notable repunte, pasando de 2,6 a 3,4. Actualmente, en Egipto se registran más de 2,5 millones de partos anuales. En términos proporcionales, el crecimiento demográfico de Egipto multiplica por cuatro la media de los países occidentales, y casi dobla la de los países en vías de desarrollo.

“El aumento de la natalidad es enorme, chocante. Y sus consecuencias serán catastróficas”, comenta Hania Sholkamy, profesora de Antropología en la Universidad Americana de El Cairo. Magued Osman, un conocido intelectual, ha llegado a calificarlo de “suicidio nacional”. Las proyecciones más realistas apuntan que el gigante árabe podría alcanzar los 140 millones de habitantes en 2050, lo que obligaría a multiplicar las infraestructuras en un país que ya padece un grave déficit en servicios sociales y un elevadísimo paro juvenil.

Hace años que los expertos alertan de la “bomba demográfica” de los países del norte de África. En el caso de Egipto, la detonación puede ser muy dolorosa. Su población vive concentrada en un 7% del territorio, mayoritariamente desértico, y sus recursos naturales son limitados, sobre todo los hídricos.

El aumento de la natalidad es enorme, chocante. Y sus consecuencias serán catastróficas

Hania Sholkamy, profesora de Antropología

En general, la población no es consciente de la gravedad de la situación. “Para mí es bueno que crezcamos. ¡Ya casi somos el país más poblado de África!”, comenta orgulloso Mohamed, un joven tendero cairota. Recientemente, la ministra de Población, Hala Yusef, presentó un plan que impulsará nuevas campañas de concienciación pública y dedicará más recursos a los programas de planificación familiar.

Sin embargo, estas medidas ignoran la raíz del problema: la limitada incorporación de la mujer al mercado laboral y la debilidad del sistema de pensiones. Para muchos ancianos, su renta depende de sus hijos. La lógica de muchos padres es: a mayor prole, mayores ingresos futuros tras la jubilación.

La revolución de 2011 pudo haber sido una excelente oportunidad para cambiar de rumbo, pero los islamistas, durante su año de gobierno, negaron cualquier peligro demográfico bajo el mantra de “Alá ya proveerá”. Los militares, por su parte, ignoraron los desafíos a largo plazo. Unos y otros asistirán, en unas décadas, al estallido de la “bomba demográfica”.

elpaissemanal@elpais.es

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