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Qué consejos médicos no siguen ni ellos

¿Un par de cervezas al día? Por qué no. Cinco célebres profesionales nos cuentan sus claves para sentirse bien. "No hay que obsesionarse"

Nadie niega la sagacidad diagnóstica del doctor House ni su capacidad para levantar pasiones (sobre todo negativas) entre sus compañeros y pacientes. Pero aunque sus seguidores televisivos se cuenten por millones, pocos buscarían un médico drogadicto y psicópata. Tampoco se encuentra en el cuadro médico de Anatomía de Grey un modelo digno de imitación en lo que a estilos de vida saludables se refiere. Sin llegar a los extremos de la ficción, los médicos reales tampoco son siempre un ejemplo, y el estrés o el consumo de drogas no son problemas infrecuentes entre los galenos, según una revisión de artículos aparecidos entre 1985 y 2009 sobre la salud de los médicos y publicada en The Lancet. En España la salud de los facultativos es, en líneas generales, buena, sus hábitos nutricionales son adecuados y duermen bien, pero más de dos tercios se resisten a hacer ejercicio. ¿Son médicos y enfermeros un ejemplo para sus pacientes? Juzgue usted mismo.

1. Running suave y un par de cervezas

Fernando Alfonso, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital de La Princesa, tiene un aspecto juvenil, que no deja entrever su edad biológica (bien pasados los 50), aunque asegura que no se cuida de una forma especial. "Siempre he hecho ejercicio; sobre todo, correr”, afirma, “pero de forma suave, unos tres días a la semana, entre 20 y 25 minutos y a un ritmo tranquilo". Esta rutina, que arrastra desde su época de universitario, es bastante saludable, a tenor de los resultados del Copenhagen City Heart Study, publicados en febrero en Journal of the American College of Cardiology, que ha comprobado que la mortalidad es más baja entre las personas que hacen running suave que entre las que corren intensamente. Los fines de semana completa su actividad con dos horas de bicicleta en compañía de su mujer, y durante las vacaciones esquía si es invierno y nada si es verano. “Pero no me considero deportista”, insiste. “Nunca me ha gustado el deporte isométrico –hacer flexiones y levantar pesas–, pero siempre he hecho ejercicio aeróbico, que creo que es el mejor”.

Come poco, no por la disciplina de cuidarse, sino porque “después de una comida pesada me siento fatal y no me conviene para seguir trabajando”. Cuando no tiene almuerzos de trabajo, ni puede ir a comer a su casa, su menú consiste en un bocadillo y una cerveza. Esta bebida, junto a la cerveza de la cena, es la única "transgresión" en su modo de vida saludable.

Sin embargo, el cardiólogo insiste en que sus hábitos no responden a un deseo de cuidarse, sino a que es como se encuentra bien, "como me gusta vivir". Tampoco se hace análisis para saber cómo están sus valores de colesterol, glucosa o tensión arterial, pero sí le preocupa el hecho de que cada vez hay más pacientes de su edad (y más jóvenes) que ya han tenido un infarto u otro problema cardiovascular. “Creo que hay que mimarse con moderación y por placer, sin olvidar que, tarde o temprano, las goteras acabarán por salir. No hay que obsesionarse”, recomienda.

2. Comer poco y estirar mucho

Ángel Villamor, director médico de la Clínica IQTRA Medicina Avanzada, lleva diez años construyendo su rutina de cuidados, la misma que siguen los miembros de su equipo y sus propios pacientes (entre los que se encuentra, el rey Juan Carlos I). El cirujano admite que juega con ventaja, porque se beneficia de los conocimientos de cada uno de los especialistas que integran el equipo (médico deportivo, fisioterapeutas especializados en podología, educación física, pilates, osteopatía, estiramientos miofasciales, nutricionistas). El eje sobre el que pivota la rutina de cuidados del grupo de Villamor es la alimentación; y la cocina, el punto de encuentro. “La nutricionista nos ha inculcado y educado en la dieta mediterránea, en las cinco comidas, en cuándo hay que ingerir cada grupo de alimentos… Es una cultura que hemos creado en torno a la cocina y todos los miembros del equipo nos cuidamos unos a otros, y los pacientes también participan”. La premisa fundamental? “Comer poco, porque comer, consume. Comer poco es casi un antiaging”, dice el cirujano.

La actividad física es inexcusable en el programa de cuidados del doctor Villamor, donde priman los estiramientos –“que tanto aconsejamos a nuestros pacientes”–, el pilates y los rodamientos. “No abusamos de ejercicios de potencia que puedan desgastar y provocar lesiones”, advierte. “Se trata de tener un equilibrio de actividad física, sin exceso (15 minutos al día) y bien educada, sin mucho impacto ni mucha fuerza”.

El aderezo de estos hábitos es “el buen ambiente del grupo, compartir toda esta rutina” que ayuda a la gestión emocional. “Esto es a lo que nos dedicamos, y esto es lo que compartimos con nuestros pacientes, y también contagiamos a nuestra familia”, dice.

3. Espiritualidad y largos paseos

María Sánchez Ruiz, enfermera de pediatría del Centro de Salud Los Rosales, de Madrid, encuentra en la naturaleza su balón de oxígeno, pero hace 30 años, a través de un psicólogo clínico, comenzó a practicar yoga, taichi y meditación hasta que se inició en el reiki, una disciplina con la que se cuida y cuida a sus pacientes. El reiki -cuya solidez científica es controvertida (el último estudio que la cuestiona se publicó hace unos meses en la revista Cell Press Trends in Molecular Medicine- lleva a Sánchez Ruiz a encontrarse más a gusto con la vida y con su profesión. "Me ayuda a buscar la motivación en mi interior, y esto se traduce en mayor bienestar para el paciente y en una mejor armonía en las relaciones humanas”, describe. Pero donde los beneficios del reiki son especialmente importantes es, según la enfermera, en el trabajo de las Unidades de Cuidados Intensivos, porque “ayuda a desarrollar la intuición y permite un mejor acompañamiento al enfermo, dándole serenidad”. Además, afirma que gracias a esta disciplina ha profundizado en el sentido del humor, hasta el extremo de “ser capaz de actuar en determinados momentos como lo haría un payaso, lo que me resulta muy útil en la consulta con los niños”.

Sánchez Ruiz ha desarrollado un estilo de vida en la línea de esta filosofía, con “tendencia al silencio y a la meditación, que practico diariamente”. Para mantenerse en forma camina y hace pilates con aparatos, y cuida su alimentación: “Ahora como de todo, pero he tenido épocas en las que he sido vegetariana”, apunta.

4. Tenis, gimnasio y un grupo de folk

Eduard Estivill, director de la Clínica de Sueño Estivill, goza, a sus 67 años, de una salud propia de un hombre sano de 50 años. “Mi analítica es perfecta y no tomo ninguna pastilla”, declara, orgulloso. Pero esto no ha sido siempre así, porque desde los 16 años, y hasta los 55 fue una persona obesa. “Mis padres pasaron mucha hambre en la guerra y querían que sus hijos fueran sanos. Esto quería decir que fueran rollizos. Me sobrealimentaron con la mejor intención”, explica. Ha pasado más de media vida combatiendo a los kilos con dieta y ejercicio (“eso me salvaba”), lo que no evitó que llegara a los 55 años con un peso de 137 kilos para una estatura de 1,71 metros. Las consecuencias fueron “diabetes, hipertensión, colesterol alto y ronquido con apneas (sí, yo, el doctor Sueño, roncando)”, y de este peligroso cóctel resultó “una grave trombosis”, como recuerda. Una cirugía bariátrica le ayudó a reconducir la situación, y, con dieta y ejercicio bajó 50 kilos.

Actualmente su rutina de cuidados se alarga de 7.30 a 9 de la mañana, “haciendo el hámster”, explica con humor. “La gente normal lo llama 'hacer cinta'. Son 50 minutos a una velocidad de 7 kilómetros hora y con una pendiente del 2%, un minuto andando, un minuto corriendo. Pero en realidad, el gimnasio es una jaula donde hay más hámsters como yo, con vestidos de colores llamativos. Después hago 30 ejercicios de musculación. Total: ahora peso 69 kilos y me siento genial”, describe. Al terminar el entrenamiento, desayuna tostadas con zumo de naranja.

"Además, dos veces por semana juego un partido de tenis, cada 15 días una partida de golf, en invierno suelo esquiar y en verano voy en bici y ando (subo siempre algún pico)”, continúa. Y en medio de tanta actividad física, reconoce que siempre cae algún gin tonic.

Y de sueño, ¿cómo va? “Duermo lo que toca para mi edad. 6 o 7 horas por la noche y una siesta de 30 minutos. Esto me mantiene con energía”, responde. Pero la música es la afición que lo mantiene vivo, como asegura. Desde sus lustrosos 16 años, conserva su grupo de folk en catalán Falsterbo Marí. “Cantar y tocar la guitarra me evita ir al psiquiatra. Me he ahorrado mucho dinero”, dice.

Y sin perder el humor, concluye: “Cuando me preguntan qué hago para mantenerme bien, contesto lo de las modelos: duermo bien, como adecuadamente, hago ejercicio y, sobre todo, intento tener la conciencia tranquila. Es lo que me asegura un buen sueño” (como no podía ser de otra manera en el autor de Duérmete niño, el libro con el que han aprendido a dormir miles de bebés).

5. Ignorar el ascensor o escaparse a la montaña

Mercedes Eguiluz, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL), no sigue ninguna fórmula secreta para mantenerse joven. "Procuro, aunque parezca una respuesta políticamente correcta, llevar unos hábitos higiénico dietéticos adecuados pero a la vez muy simples, como son caminar siempre que puedo, no utilizar habitualmente el ascensor y en las escaleras mecánicas subir andando”, detalla.

Los batidos exóticos con presuntas propiedades antienvejecimiento tampoco se encuentran en la alimentación de la doctora Eguiluz, quien destaca su gusto por “las verduras, pescados y frutas, (también carnes, aunque menos) de temporada”. En cuanto a su gestión del estrés, su respuesta deja entrever que todavía no es un objetivo plenamente alcanzado. (Diversas investigaciones apuntan al estrés como una de las causas de envejecimiento debido a que acorta la longitud de los telómeros: los extremos de los cromosomas).

Busca el bienestar con paseos en la montaña o el mar, “en espacios muy amplios en los que no haya mucha gente para poder percibir los sonidos de la naturaleza”, pero también disfruta con “un buen concierto o una exposición de arte o compartiendo una sobremesa entretenida con amigos o en una cata de vinos”, y le gustan los deportes acuáticos y el esquí.

Eguiluz comenta que algunos de sus pacientes le confiesan que ella es un ejemplo a seguir y subraya que los cuidados deben ir orientados hacia un envejecimiento saludable. "Tenemos la obligación con nosotros mismos de llegar a la vejez en las mejores condiciones posibles, desterrando todos los hábitos que sabemos que son perjudiciales”, prosigue.

Tomar pastillas antioxidantes es una de las propuestas antienvejecimiento más arraigadas y que, sin embargo, la doctora no aplica en carne propia, rechazando su uso indiscriminado. “La oxidación es el principio de la vida, por tanto, yo no quiero morir antioxidada”, sostiene. “Si bien es cierto que en determinadas situaciones son precisos, y hasta imprescindibles, los antioxidantes no siempre son iguales para todos, ya que cada persona tiene unas carencias determinadas o, incluso, padecen un exceso”.

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