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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hagan juego

Chaves y Griñán aciertan al dar un paso atrás. Los demás partidos deberían corresponder

La retirada de la política anunciada por José Antonio Griñán, y la sugerencia aceptada por Manuel Chaves para no concurrir a más elecciones como diputado, son decisiones políticas de primer orden. Ambos expresidentes de la Junta pueden facilitar así el desbloqueo de la gobernabilidad en Andalucía, obstruida por la porfía de varios partidos en exigencias que, de prolongarse en el tiempo, abocarían a esa comunidad a una absurda repetición de las elecciones.

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Se ha incurrido en exageraciones al promover la idea de que personas a las que ningún juez ha acusado formalmente hayan de aceptar la muerte civil como si fueran culpables de antemano. Tampoco tiene sentido mezclar todos los casos de corrupción, puesto que no es lo mismo apropiarse de dinero público, cometer delitos fiscales o blanquear capitales, que la responsabilidad personal respecto a los mecanismos presupuestarios por los que la Junta pagó cientos de millones de euros en ayudas sociolaborales. Una buena parte de ese dinero terminó en bolsillos indebidos, pero nadie piensa que fueran los de Chaves ni los de Griñán.

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Los dos han comprendido, en cualquier caso, que su continuidad en la vida pública representa un obstáculo a la gobernabilidad. Ambos se muestran leales con su partido y allanan así el camino a Susana Díaz, cualquiera que sea el horizonte judicial que les aguarde.

Los partidos emergentes harían bien en afinar sus análisis y no caer en sobreactuaciones populistas. Lo hacen en nombre de una relativa virginidad política, que van a perder en cuanto empiecen a jugar de veras en los marcos institucionales. Este tipo de actitudes no solo les compromete ante etapas venideras, sino que les sitúa fuera de la cultura del pacto, un elemento fundamental para dar salida a los tiempos de crisis política.

Pero al que interpela de verdad la situación es al Partido Popular. Asaeteado por escándalos y tras haber sufrido una fuerte caída electoral en Andalucía, la oposición del PP a la constitución de un Gobierno en esa comunidad tiene un sentido meramente obstruccionista y resulta incoherente con las demandas de Rajoy para que se deje gobernar al partido más votado. Sobre todo cuando facilitar la investidura de Susana Díaz no exige votar a su favor, sino abstenerse. No hacerlo equivaldría a disparar contra sus propios intereses, puesto que llegará el tiempo en que el PP necesite en muchas instancias de la ayuda de otros si quiere mantener parte del poder institucional que se arriesga a perder en las urnas.

Si los ciudadanos deciden que no debe haber mayorías absolutas, eso no quiere decir que se nieguen a la constitución y funcionamiento de las instituciones, sino que prefieren que nadie tenga demasiado poder. Sin guerras ni dramas, se puede y se debe facilitar la gobernabilidad en los diferentes niveles políticos de este país. A ver si los dirigentes se dan por enterados de una vez.

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