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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La segunda vida del LHC

El Gran Colisionador de Hadrones vuelve a funcionar

marcos balfagón

Está a punto de entrar en funcionamiento la más grande máquina científica jamás construida, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Se trata de un enorme anillo de vacío que recorre un túnel de 27 kilómetros de circunferencia a unos 100 metros de profundidad en la frontera entre Francia y Suiza dotado de un sistema de aceleración de las partículas. Estas colisionan frontalmente en el centro de gigantescos detectores. Las partículas que se aceleran y que interaccionan son protones, y la energía con que se mueven esos protones es miles de veces superior a la contenida en su propia masa, lo que implica que se mueven prácticamente a la velocidad de la luz, por lo que en cada colisión frontal pueden crearse nuevas partículas. Y ¿para qué ese enorme esfuerzo? Pues para nada que pueda satisfacer alguna necesidad material. Solo para ampliar nuestro conocimiento del mundo físico en el que habitamos, y del que formamos parte. Es decir, para satisfacer una necesidad imperiosa que nos acompaña desde nuestra aparición como especie: la de saber más. Por supuesto que los desafíos tecnológicos resueltos luego tienen aplicaciones útiles, pero el objetivo de esta máquina y otras similares es el puro conocimiento.

El LHC ya funcionó en una primera etapa y sirvió para descubrir la existencia de la partícula de Higgs. Una partícula que se desintegra en fracciones minúsculas de segundo y que, por tanto, no desempeña ningún papel en nuestra vida cotidiana, pero lo tuvo en los albores de nuestro universo. Una magnífica demostración de la potencia del método científico, esa combinación de evidencia empírica y razonamiento que nos lleva a penetrar cada vez más profundamente en los secretos del Universo.

Ahora, tras dos años de trabajos en la máquina, vuelve a ponerse en marcha dotando del doble de energía a las partículas que se muevan en su interior. Lo que todos los científicos desean es que aparezca algún fenómeno nuevo. Que se verifiquen, o se descarten, nuevas hipótesis o nos dé alguna pista sobre la naturaleza de la materia oscura. O, lo que sería mejor, que apareciera algo inesperado que siguiera estimulando nuestra imaginación.

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