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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Esos malditos raperos terroristas

José Naranjo

Rueda de prensa de los jóvenes en Kinshasa. En el centro, Fadel Barro.

Son jóvenes africanos, raperos, periodistas, artistas, blogueros, que comenzaron una lucha cívica en sus respectivos países para enfrentarse a líderes que pretendían eternizarse en el poder, despertando la conciencia de los ciudadanos sobre temas políticos, ambientales, de participación ciudadana, que ahora se están uniendo más allá de las fronteras y creando redes de apoyo. El domingo, tres representantes de Y’en a marre (Senegal) y uno de Balai Citoyen (Burkina Faso) fueron detenidos en Kinshasa (capital de la República Democrática del Congo, RDC) junto a un puñado de miembros de un nuevo colectivo congoleño llamado Filimbi. Les acusan de terrorismo, atentado contra la seguridad del Estado y de haber organizado un taller para enseñar a hacer cócteles molotov, términos que están lejos de coincidir con el comportamiento que han tenido estos colectivos, siempre pacíficos. Su detención ha provocado el surgimiento de un movimiento espontáneo de apoyo en los tres países.

Los hechos tuvieron lugar este domingo al mediodía. En el barrio de Masina, en la periferia de Kinshasa, tres representantes del movimiento ciudadano Y’en a marre de Senegal y uno de Balai Citoyen, de Burkina Faso, estaban dando una rueda de prensa junto a miembros de un colectivo similar surgido en la RDC llamado Filimbi. En ese momento, policías congoleños irrumpen en la sala y se los llevan detenidos, así como a otras personas que asistían al evento. Por parte senegalesa se trata del periodista y coordinador de Y’en a marre Fadel Barro, el rapero Fou Malade y Aliou Sané; el burkinés es Oscibi Johan Ouédraogo (Balai Citoyen), mientras que los congoleños detenidos, artistas y representantes de distintos colectivos, son Miyangu Kiakwama, Floribert Anzuluni, Ben Kelem y Sylvain Saluseke. Los jóvenes venidos de Senegal y Burkina Faso habían participado en un taller sobre compromiso político y respeto de los derechos constitucionales y estaba previsto que dieran un concierto tras la citada conferencia de prensa.

Portada de ayer del periódico congoleño L'Avenir.

El ministro de Comunicación del Gobierno de la RDC, Lambert Mende Omalanga, ha sido el miembro del Ejecutivo al que le ha tocado dar explicaciones por estas detenciones. “Estas personas tenían como misión ayudar a los jóvenes de la RDC a cambiar el régimen actual, lo que ya es un acto de desestabilización”, ha asegurado el ministro, quien, además, ha reconocido que “las autoridades desconocían la existencia de estos movimientos”. En declaraciones a la agencia France Press, Mende ha añadido que “un burkinés que hace la revolución en Burkina, es un revolucionario, pero un burkinés que viene a hacer la revolución al Congo, eso es una agresión”. Así las cosas, la prensa local congoleña no ha tenido ningún reparo en publicar titulares este lunes del tipo “Terroristas en Kinshasa”, acusando a los jóvenes senegaleses y burkinés de formar parte de “dos comandos” que tenían armas en su poder y que se habían infiltrado en el país con “ánimo destructivo para incendiar las instituciones de la República”.

Una de las cuestiones más llamativas es que entre los detenidos en un primer momento, luego liberado, se encontraba un ciudadano estadounidense, en concreto el director de Democracia, Gobernanza y Derechos de la Agencia de Cooperación de este país, USAID, que asistía al acto dado que esta agencia lo cofinanciaba como “una de las muchas actividades que apoya el Gobierno de EEUU vinculadas a la juventud y la sociedad civil como parte de nuestro compromiso más amplio para que todas las voces sean escuchadas”, según ha publicado la propia Embajada estadounidense en su muro de Facebook. Asimismo, la nota oficial añade en referencia a Y’en a marre, Balai Citoyen y Filimbi, que se trata de colectivos “muy conocidos y no partidarios que intentan promover la participación de los jóvenes congoleños en el proceso político y alentar a los jóvenes a expresar sus puntos de vista en las cuestiones que les afectan”.

Manifestaciones en Kinshasa el pasado mes de enero. / AFP

La detención ha generado una enorme expectación en la RDC y las inmediatas protestas y campañas en redes sociales por parte de grupos ciudadanos y colectivos sociales en los tres países afectados. Hay que recordar que el pasado mes de enero se produjeron grandes manifestaciones en Kinshasa y otras ciudades del país, con un total de 27 muertos, en contra de una revisión de la ley electoral que hubiera permitido al actual presidente Joseph Kabila, en el cargo desde 2001, continuar un tiempo más en el sillón presidencial a la espera de la elaboración de un nuevo censo. Finalmente, los diputados aprobaron la revisión de la ley excluyendo esta posibilidad, al garantizar que las elecciones se celebrarían en el plazo previsto por la Constitución, que impide a Kabila optar a un tercer mandato. Aun así, los movimientos ciudadanos, como los que integran Filimbi, y la oposición están convencidos de que el presidente pretende seguir en el poder y continúan vigilantes.

Y’en a marre (una expresión de hartazgo en francés) surge en Dakar en enero de 2011, poco después de la caída del dictador Ben Ali en Túnez y con una clara influencia de las revueltas árabes. En su núcleo fundador estaban el propio Fadel Barro, entonces redactor del semanario La Gazette, y un grupo de raperos llamado Keur Gui (La casa) enfurecidos por los continuos cortes de luz, la corrupción y el despilfarro de la clase política, la alta tasa de paro, la falta de horizontes de los jóvenes senegaleses, la carestía de los alimentos y el deterioro de las condiciones de vida en general. El colectivo se convirtió en la voz de miles de personas que empezaban a salir a las calles en Dakar y su extrarradio y lideró las protestas que se desencadenaron en 2011 y que tuvieron su máxima expresión en junio de ese año cuando lograron impedir una reforma legal que hubiera permitido que el hijo del entonces presidente, Abdoulaye Wade, concurriera a las presidenciales junto a su padre.

Protesta en Dakar en febrero de 2012. En el centro, Fadel Barro. / Foto: J.N.

Al año siguiente y tras meses de movilización, los jóvenes de Y’en a marre encabezaron de nuevo las manifestaciones contra el presidente, quien, una vez que no pudo colocar a su hijo en el famoso ticket presidencial, había decidido concurrir a los comicios para un tercer mandato pese a que el texto constitucional establece un límite de dos. Bajo la consigna de defender la Constitución, el movimiento fue creciendo y ganando peso hasta conseguir que sus actos de protesta fueran multitudinarios, lo que en ocasiones degeneró en enfrentamientos con la Policía que provocaron un total de ocho muertos. Al final, Wade logró su objetivo de presentarse a las elecciones pero una combinación de movilización en la calle, también en Internet y las redes sociales a través de la plataforma Sunu2012, y de hartazgo de la población que votó mayoritariamente a favor del otro candidato, Macky Sall, logró desalojar del sillón presidencial a quien ya lo había ocupado durante doce años.

La chispa de Y’en a marre saltó a Burkina Faso en 2014. A finales de octubre del año pasado se desencadenó una serie de manifestaciones en Uagadugú y otras ciudades del país en contra de la aprobación de una reforma legal que hubiera permitido al presidente Blaise Compaoré, en el poder desde 1987, volver a presentarse a las elecciones. Detrás de las protestas se encontraba el movimiento ciudadano Balai Citoyen (Escoba Ciudadana), liderado también por raperos y con vínculos con Y’en a marre, aunque en este país la oposición política también jugó un destacado rol en las protestas. Las manifestaciones fueron ganando amplitud y finalmente el ex presidente tuvo que huir precipitadamente del país, abriéndose un periodo de transición controlado en buena medida por el Ejército y que desembocará en unas elecciones presidenciales el próximo mes de octubre.

Presidente de la RDC, Joseph Kabila. / AFP

Por todo ello, Senegal y Burkina Faso se presentan como dos ejemplos de cómo la movilización ciudadana logró evitar que sus líderes siguieran en el sillón presidencial más allá de lo legalmente establecido. Precisamente esto es lo que parece pretender Joseph Kabila en la RDC, por lo que la presencia de estos raperos y activistas debe de ponerle incómodo. En fin, las declaraciones del portavoz gubernamental haciendo alusión a “una tentativa de vivir en la clandestinidad en la RDC” por el hecho de que estos jóvenes en su solicitud de visado incluyeron el hotel Venus y nunca acudieron a este establecimiento se salen de toda lógica y evidencian el nerviosismo de las autoridades ante la toma de conciencia y organización de estos colectivos juveniles. En las próximas horas se sabrá la suerte de los cuatro detenidos, que se enfrentan a una posible acusación de atentado contra la seguridad del Estado. Otra posibilidad es que acaben siendo expulsados del país.

Comentarios

Eso de no saber nada de la reunión y detenerlos inmediatamente por terroristas, me recuerda aquella primera vez de los escraches en que todos eran terroristas. Si no los absuelven los jueces, ya estarían en el Tribunal de Orden Público. Y todo por calentarse las boquitas de ciertas serpientes mas africanas que los que citas.
No si al final quedarán pocos jóvenes en algunos países africanos, menos mal que el índice de natalidad cumple, pero también resulta difícil llegar.
Eso de no saber nada de la reunión y detenerlos inmediatamente por terroristas, me recuerda aquella primera vez de los escraches en que todos eran terroristas. Si no los absuelven los jueces, ya estarían en el Tribunal de Orden Público. Y todo por calentarse las boquitas de ciertas serpientes mas africanas que los que citas.
No si al final quedarán pocos jóvenes en algunos países africanos, menos mal que el índice de natalidad cumple, pero también resulta difícil llegar.

Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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