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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bruselas está lejos de Madrid

Pablo Iglesias no cumplió como eurodiputado. Organizó una imaginativa sesión alternativa al debate del estado de la nación fuera del Congreso

Marcos Balfagón

Es legítimo que los aspirantes a diputado, incluso a primer ministro, hagan como que ya lo son para darse pisto e ir acostumbrando a la audiencia.

Pero también este ejercicio necesita de buena suerte. La que no tuvo el miércoles el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Organizó una imaginativa sesión alternativa al debate del estado de la nación fuera del Congreso, por eso de ir calentando la poltrona de la que aún no dispone.

La ventaja de no tener que afrontar réplicas ni elaborar dúplicas, de carecer de contendiente —molesto lastre de la democracia representativa— fue pronto anulada por la exagerada autoestima: “Hacía falta que la oposición respondiera al Gobierno, por eso estamos aquí”, dijo.

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Bueno, decir eso justo tras el debate en que el que el jefe de la oposición por ahora realmente existente, el socialista Pedro Sánchez, cosechaba un buen triunfo parlamentario con un discurso de oposición dura, muy dura, pues eso, sonó a ego pelín inflado.

También fue mala suerte que la jornada coincidiera con la celebración del pleno mensual del Parlamento Europeo, en Bruselas. Y que en ese pleno se debatieran asuntos tan interesantes como la unión energética, la lucha antiyihadista tras los atentados de París, la política del BCE respecto a Grecia y los atentados al Estado de derecho en (ay, ay, ay) Venezuela.

Todos ellos con flecos de interés para el discurso de Podemos: la brutal pobreza energética de miles de hogares; las posiciones de Fráncfort sobre la deuda griega —esa que había que repudiar y luego auditar y ahora no se sabe—; el ¿modelo? democrático de ciertas autarquías latinoamericanas...

De todo eso podría haber hablado Iglesias si se hubiera percatado de que Bruselas no cae en Madrid. Y hubiera cumplido como lo que es, un eurodiputado, y no como si fuera lo que aún no es. A los eurodiputados se les exige (algunos incumplen) una actividad presencial, nada de plasma; y por eso se les retribuye.

Razón de más para que se le exija a un eurodiputado tan calificado: como que fue el candidato de la Izquierda Unitaria Europea a presidir la Cámara tras el 25-M. Y es que sorber (ambición) no deja a veces soplar (el propio deber).

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