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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La decisión de Tania

A Sánchez, como a muchas mujeres que se dedican a la política, le han sobrado hombres a su alrededor

Elvira Lindo

Nada más humano que desear que los amigos opinen como tú. Sobre todo, en política, que es donde uno pone, no se sabe muy bien por qué, gran parte del apasionamiento verbal que se le escatima a otras causas de la vida. Este es uno de los momentos de la historia (estamos condenados a ser historia en un futuro) en los que queremos que los nuestros, amigos y familiares, se decanten por lo mismo que nosotros, que apuesten por las mismas siglas, que paseen en las mismas manifestaciones, que vean la paja sólo en el ojo ajeno y jamás la viga en el propio, que repitan las mismas consignas, que compartan idénticos rankings de los más decentes, los más corruptos, los más deshonestos, los salvadores, en fin, los buenos y los malos.

Yo, que tan humana soy como cualquiera, y hasta diría que a veces más, también padezco ese pecado, esa tendencia mezquina a querer que mi amigo piense como yo y que en mi familia todos seamos una sola voz para que la disidencia no empañe nuestras celebraciones y dediquemos un rato jocoso a poner a parir a todo aquel que no piense como nosotros. Es algo que le concede al mundo un cierto orden y el orden siempre protege contra la intemperie. Esta semana andaba yo en uno de esos momentos en los que se busca el asentimiento de los tuyos o si no, qué caramba, te cabreas, cuando un amigo me llevó la contraria. Vaya por Dios, qué poca consideración tienen los amigos. Estaba yo teorizando sobre mi pertinaz reticencia a afiliarme a un partido político y explicaba mi rechazo a tener un carnet por la dificultad que muestran los partidos a albergar discrepantes y por cómo son especialistas en castigar a aquellos que tratan de desbaratar su orden establecido. Me refería al caso de Tania Sánchez. En el caso de Tania Sánchez circulan dos teorías: una es la que atribuye su salida de Izquierda Unida a un plan urdido por Podemos desde hace más tiempo del que una mente racional pueda imaginar; dos, la que achaca su despedida de las filas en las que casi nació por no haber podido resistir la presión del sector más rocoso de la organización.

Como me cuesta creer en las maquinaciones urdidas a largo plazo en algo tan voluble como es la lucha política tiendo a pensar que a Tania Sánchez le hicieron la cama entre ajenos y propios, unos estiraron la sábana por la derecha y los otros por la izquierda; porque si a los peperos les sobraba su competencia en Madrid más les sobraba a algunos de los suyos que veían en ella una tendencia a desmantelar la casa madre para convertirla en una sucursal de otro partido político. En mi opinión, que no sé si me durará lo que tardo en escribir estas líneas, a Tania, como a muchas mujeres que se dedican a algo tan áspero y expuesto como es la política, le han sobrado hombres a su alrededor: le ha sobrado un padre, le ha sobrado un hermano, probablemente, le hubiera venido bien unos padres que fueran siquiera socialistas para protagonizar una pequeña rebelión juvenil, y para cerrar el círculo (el círculo) le ha sobrado un novio que no es un novio cualquiera, igual que a Hillary Clinton, cuando aspiraba a la presidencia de los Estados Unidos, le sobraba un marido, que no era un marido cualquiera. Es triste, pero es así: las mujeres, en caso de que aspiren a tomar el mando, están mejor solas que acompañadas, evitando así comparaciones continuas y molestas. Y aunque jamás pensé que pondría a la Thatcher como ejemplo de algo, lo haré en esta ocasión y sin que sirva de precedente: Margaret supo que nadie mejor que Denis para no verse jamás en la tesitura de dar explicaciones de sus actos y de los de su costilla.

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Tiendo a pensar que le hicieron la cama entre ajenos y propios; unos, por la derecha y los otros, por la izquierda

Algunos dirán que me olvido de algo fundamental, como que Sánchez, para empezar, se buscó su ruina firmando una adjudicación para una empresa familiar que ya venía siendo costeada desde hacía años por el ayuntamiento de Rivas. Muy cierto. Son prácticas con las que los municipios están empezando a ser más cuidadosos pero que han estado tan presentes (aún siendo legales pero no éticas) en la vida municipal que no quedaría un político dentro de un ayuntamiento si se castigan todas. No disculpo, lo que hago es rebatir la tesis de que hay una casta infecta y un pueblo inocente. Y si uno se aferra a la idea de que a los ciudadanos se les puede separar en dos, los puros y los impuros, se corre el peligro de que los denominados impuros dediquen parte de su rabia a desacreditarte y señalarte una mancha en la camisa, aunque sea pequeña.

Pero mi amigo, aquel que me llevó la contraria, era militante del ex partido de Tania Sánchez y no estaba de acuerdo con mi tesis del fuego amigo; él no dudaba en definirla como desleal. Yo le dije que IU había perdido la oportunidad de presentar por primera vez a una candidata con carácter que liderara una coalición de izquierdas. Sabiendo que nuestras especulaciones no iban a ningún sitio decidimos quedarnos en tablas. Puede que ninguno de los dos sepamos nunca la verdad sobre la extraña decisión de Tania Sánchez, pero algo concluyo de todo esto: no pasa nada por perder una discusión o por abandonarla. Incluso se descubre que practicar estas actitudes relajadas al rematar un enfrentamiento verbal es algo que da mucha paz. Tanta, que te entran unas ganas insensatas de ser tolerante.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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