_
_
_
_
Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino
_

La Patagonia salvaje de Francisco Coloane

El escritor chileno es autor de soberbios relatos de aventuras. Sus historias tienen como escenario la Tierra del Fuego, que se extiende hasta el Cabo de Hornos entre profundos brazos de mar, ventisqueros azules, lagos glaciares y fiordos

Isidoro Merino

Antes de hacerse escritor,Francisco Coloane condujo rebaños en las haciendas de la Tierra del Fuego, participó en la búsqueda de petróleo en el estrecho de Magallanes y navegó por el laberinto de canales patagónicos en cúteres loberos ligeros como albatros. Sus aventuras se ven reflejadas en libros como Los conquistadores de la Antártida (1945), El último grumete de la Baquedano (1941) y los libros de cuentos Cabo de Hornos, Golfo de Penas y Tierra del Fuego, agrupados bajo un solo título, Cuentos completos, por Alfaguara (1999). Las historias de Coloane son una lectura imprescindible -junto a En la Patagonia, de Bruce Chatwin, y Diario de un naturalista, de Charles Darwin- para viajar por esta tierra inhóspita y agreste, por la que “solo se aventuraban audaces nutrieros y cazadores de lobos, gentes de distintas razas, hombres corajudos que tenían el corazón nada más que como otro puño cerrado”.

Ruta de los cruceros de exploración Australis hasta el cabo de Hornos. / JAVIER BELLOSO

Cinco marineros y un ataúd verde

"Un día de principios de invierno arribó a Punta Arenas un barco tan deslastrado que llevaba más de media paleta de la hélice fuera del agua; el casco plomizo, algo descascarado por la intemperie o por las faenas de la pintura en alta mar, estaba surcado de grandes manchas de azarcón rojo que semejaban heridas cuya sangre aún no se lograba restañar (...) Éste pidió ser recibido por capitanía de puerto; pero junto con el gallardete de la solicitud izó en el mástil de trinquete una bandera de grandes paños negros y amarillos que quería decir <<muerto a bordo>>".

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS


En Punta Arenas,población chilena de 133.000 habitantes, sopla con violencia un viento gélido que riza de espuma las aguas del estrecho de Magallanes.

Desde el mirador del Cerro de la Cruz se alcanza a ver toda la ciudad, con sus "casas de metal pintadas con los colores de un pañuelo eslavo", según la describe Bruce Chatwin en su libro En la Patagonia (muchos de sus habitantes son de origen croata). Y más allá del estrecho, "la giba negra de la isla Dawson", Tierra del Fuego y la pirámide helada del Monte Sarmiento, en la cordillera Darwin.

El témpano de Kanasaka

"Cuando estuvo más cerca, una figura humana se destacó claramente, de pie, hundida hasta las rodillas en el hielo y vestida con harapos flameantes. Su mano derecha, levantada y tiesa, parecía decir: <<¡Fuera de aquí!>> e indicar el camino de las lejanías.

Al vislumbrarle la cara, esa actitud desaparecía para dar lugar a otra impresión más extraña aún: la dentadura horriblemente descarnada, detenida en la más grande carcajada, en una risa estática, siniestra, a la que el ulular del viento, a veces, daba vida, con un aullido estremecido de dolor y de muerte, como arrancado a la cuerda de un gigantesco violón (...) El témpano, con su extraño navegante, pasó, y cerca de la popa hizo un giro impulsado por el viento y mostró por última vez la visión aterradora de su macabro tripulante, que se perdió en las sombras con su risotada sarcástica, ululante y gutural".

El muro de hielo azul del glaciar Pía se eleva hasta una altura de casi 300 metros sobre un fiordo granizado de témpanos junto al canal Beagle, que une el Atlántico y el Pacífico. En un brazo de este canal, el que discurre al noroeste, conocido como Avenida de los Glaciares, sitúa Coloanesu relato El témpano de Kanasaka; cinco poderosos ríos de hielo bajan hasta el mar desde la cordillera Darwin: el España, el Romanche, colgado de un acantilado sobre el fiordo, el Roncagli, el Holanda y el Italia, que extiende sobre el mar su bella lengua de color berilo, de la que procede el témpano y su cadavérico tripulante.

Perros, caballos, hombres

"Allí; entre selva virgen y baguales erraban seres libres, bandoleros y gentes sin patria y sin ley; todo lo que los hombres y bestias domésticas fueron arrimando en esa sierra bravía y acogedora como el corazón de la Tierra del Fuego".

Los picos nevados de la cordillera Darwin enmarcan los bosques subantárticos de bahía Ainsworth, con una playa de cantos rodados y kelp (algas laminares) donde dormitan elefantes marinos. Una lluvia continua empapa el manto de turba, líquenes y florecillas rojas (Armeria maritima) que cubre la zona intermareal, tras la que se extiende entre cascadas un oscuro bosque de lengas, coigües, calafates, ñirres y canelos: la naturaleza en una forma pura y primigenia.

Témpano sumergido

"Los cerros entre los que navegábamos semejaban manadas de monstruos marinos echados sobre las aguas, de dorsos blancos alisados por el peine de los vientos".


Págalos negros como espectros sobrevuelan las colonias de cormoranes y pingüinos magallánicos que anidan en las turberas y acantilados de los islotes Tucker, en el Seno Almirantazgo.

Los págalos o skúas (Catharacta antarctica) son temibles depredadores de las regiones magallánicas y la Antártida, aves oportunistas y carroñeras que se alimentan de huevos y pichones de pingüinos y cormoranes, aunque también llegan a cazar pingüinos adultos.

El último contrabando"Pasada la noche y con los primeros despuntes del alba, el Júpiter levó su pequeña ancla, voltejeó hacia el canal Beagle y ya en él, cazando el viento por la aleta de babor, navegó de un largo hasta anclar en la bahía de Ushuaia".

La lejanía tiene nombre: Ushuaia (Argentina), la ciudad más austral del mundo. Aunque tiene aeropuerto, la mejor forma de llegar a ella es por mar: una bahía irreal rodeada de montañas tan afiladas como los dientes de un lobo. La ciudad creció alrededor de su presidio, activo entre 1902 y 1947 y hoy convertido en museo.

Cabo de Hornos

"Los marinos de todas las latitudes aseguran que allí, a una milla de ese trágico promontorio que apadrina el duelo constante de los dos océanos más grandes del mundo, en el cabo de Hornos, el diablo está fondeado con un par de toneladas de cadenas, que él arrastra, haciendo crujir sus grilletes en el fondo del mar en las noches tempestuosas y horrendas, cuando las aguas y las oscuras sombras parecen subir y bajar del cielo a esos abismos".

Más de 900 barcos han naufragado en las aguas traicioneras del paso de Drake, que separan el mítico promontorio de la Antártida. Allí se encuentra el auténtico faro del fin del mundo (en la novela homónima, Julio Verne lo sitúa al noroeste de la isla argentina de los Estados, más al norte), y su guardián se llama Manuel Cánepa, un oficial de la Armada chilena que acaba de celebrar su primera Navidad en cabo de Hornos, donde permanecerá casi un año con su esposa y sus dos hijos, de dos y 14 años.

El cabo de Hornos es en realidad una isla donde solo se puede desembarcar con la mar en calma, saltando desde las lanchas hasta la escalera de madera que trepa por los acantilados.

Vientos de hasta 127 nudos (230 kilómetros por hora) derribaron hace unos meses el albatros de metal que coronaba el islote, un monumento a los marinos ahogados en sus aguas. También hay una placa con el poema El albatros, de Sara Vial:

"Soy el albatros que te espera

en el final del mundo.

Soy el alma olvidada de los marinos muertos

que cruzaron el Cabo de Hornos

desde todos los mares de la Tierra.

Pero ellos no murieron

en las furiosas olas;

hoy vuelan en mis alas,

hacia la eternidad,

en la última grieta

de los vientos antárticos".

Aparte de los libros, la única manera de llegar a estas soledades australes es en barco, en la estela de Charles Darwin, que los visitó entre la Navidad de 1832 y la primavera de 1834, durante el segundo viaje de exploración del bergantín HMS Beagle. El Stella Australis y el Vía Australis realizan cruceros de exploración por los canales patagónicos entre Punta Arenas (Chile) y Ushuaia (Argentina), en travesías de cuatro o cinco días, en ambos sentidos, entre septiembre y abril.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_