Inolvidables
Eso eran, en las diferentes versiones del Titanic,las imágenes en las que los desesperados náufragos luchaban por asirse a una tabla, un rollo de cuerda, algo que flotase. Mientras, desde los botes, los que lograron un lugar seco, les miraban impasibles, tal vez rezando.
En nuestro particular Titanic, los jóvenes son como esos desesperados náufragos que luchan contra la corriente, la niebla, el frío y la oscuridad que les envuelve. Se aferran desesperados a cualquier cosa que les ayude a sacar la cabeza, sobrevivir en este torbellino de aguas negras, mientras desde los botes intentan sumergirles la cabeza con los remos para que nadie les dispute un sitio en la barca. Ya sabemos que es más fácil la supervivencia desde confortables despachos enmoquetados, rodeados de teléfonos y secretarias en los que se hacen buenos, o malos, negocios, asuntos, cosas.
Y es posible que, bajo los golpes, algunos de ellos queden flotando inertes en su intento por lograrlo, es posible. Pero que no se equivoquen los que tan vigorosamente los manejan, porque detrás de ellos llegan otros cincuenta, cien, miles de jóvenes náufragos con la experiencia de sus luchas, su afán por sacar la cabeza, sus ganas de alcanzar una playa aferrados a cualquier tabla salvadora. Justo lo que el país gélido en que hibernamos necesita para salir también a flote.— Gregorio Torres Triviño.