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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Persecuciones indecentes

Un programa de televisión filmó la redada policial contra un baño público en El Cairo: todos los procesados han quedado en libertad

MARCOS BALFAGÓN

En Egipto, ser homosexual no es ningún delito, pero los homosexuales lo pasan francamente mal porque son sistemáticamente reprimidos. Puesto que las autoridades no pueden servirse del Código Penal para meterlos en chirona o multarlos o, cuando menos, meterles el miedo en el cuerpo, lo que hacen es perseguirlos bajo otro tipo de acusaciones. Por ejemplo, la de “perversión” o la de “comisión de actos indecentes en público”. La última gran redada en la capital egipcia se llevó a cabo en la madrugada del 8 de diciembre poco después de que la policía recibiera una denuncia que señalaba a un baño público del centro de El Cairo como lugar de citas de la comunidad gay y apuntaba a que allí se “celebraban orgías”. La policía intervino y se llevó detenidas a 26 personas, que fueron procesadas y, tras el juicio que se celebró ayer, absueltas: el juez los declaró inocentes, no encontró prueba alguna de que hubieran cometido ninguna inmoralidad.

¿Final feliz? Bueno, hasta cierto punto. El régimen militar de Al Sisi quiere, con tanta persecución —unas 50 redadas durante el último año y medio—, mandar un mensaje nítido a la conservadora sociedad egipcia: que pueden ser tan duros con los homosexuales como podrían serlo los Hermanos Musulmanes, apartados del poder tras el golpe de Estado que derribó al presidente Mohamed Morsi.

Si ya es intolerable que se persiga a quienes tienen una diferente orientación sexual a la socialmente aceptada, lo que llega a extremos bochornosos son los métodos utilizados en la redada de diciembre, que finalmente quedó en nada.

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Mona Iraqi, presentadora de un programa de televisión, fue la que hizo la denuncia. Cuando la policía iba a proceder, las cámaras estaban listas. Se filmó minuto a minuto la acción, y se convirtió la guerra al homosexual en un espectáculo: un montón de sospechosos circularon en paños menores camino de la comisaría (al fin y al cabo, estaban en un baño público). En su página de Facebook, Mona Iraqi, tras presumir de haber podido filmar a unos pervertidos “en pleno acto de forma flagrante”, escribió: “Dios mío, el resultado es bello”.

¿Bello? A ese tipo de periodismo le cuadra mejor otro adjetivo: nauseabundo.

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