El pequeño Nicolás
Ante su silenciosa comparecencia judicial, si el denominado pequeño Nicolás hubiese nacido en otro país, a lo mejor su vida daría para un guion cinematográfico. Habiéndolo hecho aquí, lo suyo no debería dar para más de un sainete. Este supuesto autodenominado espía que se ha quedado en simple timador, en lugar de querer emular a los verdaderos y buenos profesionales de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que tenemos, sólo ha conseguido ser aprendiz de becario en una mezcla alucinante y alucinógena entre las chapuzas simpáticas de Mortadelo y Filemón y la cutrez de Torrente: puro tebeo y búsqueda de sensacionalismo. Seguir dando cancha a un personaje egocéntrico, coleccionista de selfies y cuya máxima aspiración es inventarse contactos en las altas esferas, sólo lograrán que su perfil psicológico parezca aún más alterado e insensato de lo que poco a poco se está demostrando que lo está. Pobre chaval fantasioso y de rica audiencia televisiva si algún día le tienta con alguno de los realitys actuales. ¿Tronista en programas de conquista de chicas, o desnudo en una isla desierta? Se admiten apuestas. David García.