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Nueve hitos del primer año de icon.elpais.com

Los éxitos, los dolorosos fracasos, las lecciones aprendidas... Seleccionamos los temas que más nos han marcado estos 365 días

Tom C. Avendaño
Luis Rubio

En diciembre de 2013 publicamos un texto sobre una película que iba a estrenarse poco después: Nymphomaniac, la supuestamente rompedora y sexual cinta de Lars von Trier. Nuestro tema era Siete películas porno mejores que la última de Lars von Trier y reivindicaba el cine que, como el de Von Trier, usaba el sexo con fines artísticos. Se ceñía además a la máxima que nos habíamos impuesto para la edición digital de ICON: no dar la información que ya daría EL PAÍS, en cuya web ya estábamos alojados, sino complementarla. Añadir detalles, ponerla desde otra perspectiva, ampliarla... Todo eso vale. Contarla no. Y así, publicamos el tema que había de perseguirnos durante meses.

El día que se publicó, Siete películas porno mejores que la última de Lars von Trier subió a lo más visto de la web de EL PAÍS, como sospechosamente ocurre con muchas noticias que llevan porno en el titular. Eso no nos sorprendió. Lo que no esperábamos es que tardara días enteros en desaparecer de la lista. Y que, cuando lo hiciera, reapareciera al poco después. Luego volvió a bajar y a subir y así se quedó, sumida en un inexplicable efecto yo-yo que duró meses y que logró que casi toda la redacción de ICON, y probablemente de EL PAÍS, odiara la pieza con ganas. Era ya abril y la cosa seguía igual (el tema ya no aparecía en la caja de los diez más vistos de la web del diario pero sí se colaba entre los 50 de vez en cuando) cuando un analista de audiencias del periódico nos alertó de que no se trataba del poltergeist editorial que habíamos aprendido a tolerar: Google había etiquetado la noticia de tal forma que si uno buscaba películas porno, era lo primero que aparecía. El efecto subida y bajada que tenía correspondía con la proximidad de los fines de semana y los hábitos de quienes buscaban ese material.

Nos entregamos al mundo online como es, con su mezcla de códigos de prensa, radio y televisión; su información y su emoción; sus listas, titulares que empiezan con preposiciones –por qué, cómo, así–, preguntas, estadísticas, gráficos y datos despiezados. Todo ha de ser riguroso –seguimos hablando de periodismo– pero también diferente

El ejemplo no es particularmente edificante pero sí tiene su importancia. Nos enseñó el cuidado que hay que tener con los temas de sexo y demás imanes de clics. Nos recordó que, en Internet, las virtudes editoriales no son las únicas que deciden el éxito de las cosas. Pero sobre todo en ese momento caló en la redacción la obviedad más difícil de entender del periodismo digital: que usa la palabra escrita, como la prensa, pero es un medio completamente distinto. Es un universo que bebe también de la radio y de la televisión, que combina información y algo más de emoción, listas, titulares que empiezan con preposiciones –por qué, cómo, así–, preguntas, estadísticas, gráficos y datos despiezados. Es eminentemente práctico, denotativo, afectivo y prefiere la familiaridad y la repetición a la sorpresa. Todo ha de ser igual de riguroso –seguimos hablando de periodismo– pero sobre todo ha de ser diferente.

Los temas de sexo siempre dan visitas y alegrías pero esos triunfos son como comer comida basura. La parte agradable dura muy poco y el daño a la salud, mucho

Decidimos abrazar ese mundo y aceptarlo por cómo es. La gente se queja de que en Internet hay demasiadas listas, y no estamos en desacuerdo, pero las defendemos: el contenido es exactamente el mismo que en un artículo, lo único que varía es el formato, que agradece más la lectura en un móvil, un iPad, un clic furtivo en el trabajo. Nos gusta hacerlas. Nos gusta, a la hora de subir a la web reportajes de la edición impresa, reimaginar el titular preguntándonos cuál es el tema central del texto y venderlo así, sin el apoyo de las fotos ni entradillas. Nos gusta crear temas que exploten estos formatos. Nos gusta, en definitiva, que los lectores de ICON – EL PAÍS puedan leer contenidos así. Puramente digitales. Como los temas que mostramos a continuación. Algunos son batacazos, otros nos dieron alegrías pero en todos sacamos alguna lección y nos han llevado, por fortuna o por desgracia, a donde estamos hoy.

Todavía no hemos conseguido sacar Siete películas porno mejores que la última de Lars von Trier de lo más visto en icon.elpais.com. Eso es un proyecto para el segundo año.

Una web periodística suele nacer con muchas prisas y poca personalidad. Por eso el comienzo es siempre un trámite tan incómodo. Hay que publicar temas sin parar, respetando el ritmo y la actualidad, pero sin saber cuál es su tono, su enfoque y estilo. Se supone que al poco se da con una combinación ganadora. Ese hallazgo es el primer hito de toda web, se da cuando a la web le da gana y surge de dónde a la web de la gana. En nuestro caso, fue este texto, que no podía ser más raro. Una ampliación de un contenido de la revista (cosa que apenas hemos vuelto a hacer) hecho por alguien que, normalmente, escribe solo para el papel, sobre un tema, el vino, que no hemos vuelto a tratar jamás. Pero el tono era el correcto, la estructura también y el modelo resultó perfectamente exportable.

Hemos hecho entrevistas (al escritor Edward St. Aubin, por ejemplo, o Aleix Saló en el terreno patrio). Hemos hecho perfiles de millonarios, empresarios, actores y actrices. Hemos dedicado una sección entera a economistas. Hemos defendido barrigas, hemos hecho reportajes en el extranjero, nos hemos metido en temas de música clásica, hemos publicado cosas inexplicables y hemos soltado otras injustificables. Y sin embargo, casi todo lo que publicamos acaba remitiéndose al espíritu de este texto.

Ocho palabras que no deberíamos dejar morir (mayo)

Los temas de sexo siempre dan visitas pero esos triunfos son como acostarse con un ex. La parte agradable dura muy poco y los problemas que da, mucho. Un estudio del orgasmo femenino reporta un puñado de visitas instantáneo que desaparece igual rápido y el daño que le hace a la cabecera dura. A nosotros nos gusta a reemplazarlos por los mucho más saludables temas de lenguaje: errores que solemos cometer en castellano, patadas que Internet le ha dado a nuestro idioma, qué se aprende de comida estudiando su vocabulario… Son un filón con el que no contábamos y que refuerza nuestra fe en los lectores de la Red y en el futuro de la prensa escrita.

No tenemos muchos colaboradores pero a los que sí tenemos los usamos con frecuencia y, generalmente, dentro de una especialidad. Del escritor Miqui Otero nos aprovechamos para que nos escriba sobre autores y literatura. No es terreno exclusivo de los hombres, pero sí ha resultado ser un prisma excelente bajo el que abordar algunas facetas de la masculinidad –el estilo, el debate sobre la importancia de las apariencias, el consumo de alcohol, la sensibilidad...– sin caer en lo chusco. De todos los temas que le hemos encargado –y ha habido algunos que rozaban lo inquietante–, este fue uno de los mejor recibidos.

Reebok es Ribok, Givenchy es Llivanshi, Jane Austen es Yein Ohstin… Cuando el consejero delegado de Nike le aclaró al mundo que su marca se pronunciaba Naiqui y no Naik como la mayoría de los españoles acostumbran a decirlo, se juntaron varias de las firmas más habituales de la web de ICON y salió este tema que gana a los demás en simpatía. Nos gusta porque es todo lo que entendemos que debe de ser un tema online que no pretenda ir de informativo o noticioso: tiene tono, sigue y amplía la actualidad, y, sobre todo, es útil.

Dentro de la historia de este primer año, inauguró una saludable tradición de temas hechos a varias manos que de vez en cuando animan las tardes en la redacción.

No siempre tenemos que estar a los lados de la información. Hay ciertos temas que nos permiten ir a la delantera, a riesgo de morir por sobredosis de modernidad. Esta defensa de la generación nacida entre 1982 y 2004, que generalmente solo recibe palos en los medios, fue uno de ellos. Su aceptación fue modesta si lo comparamos con otros grandes éxitos de audiencia, pero fue muy superior a lo que esperábamos y nos hace pensar que a lo mejor le dijimos a un grupo de gente algo que necesitaba escuchar. Internet es un medio que se nutre de tópicos, convenciones y lugares comunes. No siempre se puede ir contra ellos pero cuando sí es el caso, es el doble de agradable.

Si pudiéramos dar marcha atrás en el tiempo, eso sí, quitaríamos el término inglés millennial y usaríamos el milénico que recomienda la FUNDEU.

Hay tópicos a los que uno va a acabar enfrentándose, le guste o no, porque van con el clima. Las listas de fin de año. Los temas sobre tomar el sol y el toples. El día del padre. De estos los peores quizá sean los de San Valentín: quien lo celebra no suele necesitar ayuda sobre cómo hacerlo y quien no lo celebra prefiere que le dejen en paz. Intentamos resolver este problema haciendo algo tan innovador que acabó dando resultando desastroso: en lugar caer en la cursilería del lugar común, se nos ocurrió mostrar el amor de la forma más descarnada y cruda posible. Recopilamos vídeos de famosos intérpretes que habían trabajado con sus parejas y subimos vídeos de ellos haciendo escenas románticas juntos en el escenario. Unos ensayaban La Bohème en la ópera de Cincinnati. Otros bailaban ballet en el Bolshoi. Otros actuaban juntos en Quién teme a Virginia Woolf. Otros le ponían la voz a Mickey y a Minnie Mouse.

Las intenciones de innovar, lo juramos, fueron buenas. Pero no habíamos aprendido aún la lección que nos enseñó esto: que la capacidad de una web diaria de justificar altos conceptos es reducida. Conviene compensarla con utilidad y más trabajo que solo una idea. Este fue uno de los temas menos vistos de nuestra historia. Por eso es más importante que nuestro mayor éxito.

Lo que la gente ignora de mi trabajo (mayo)

Así, hemos hecho varios temas de concepto, esos que se alejan del formato habitual de los artículos periodísticos e, incluso, de la actualidad. Algunos han sido de salud, otros de literatura, otros de política, otros de ciclismo urbano y otros de deporte. La mayoría ha funcionado lo suficientemente bien y algunos son incluso conocidos en sus mundillos. Por eso queremos destacar esta modesta adaptación de un trabajo de The Atlantic en el que se le daba voz a trabajadores cuya labor pasa desapercibida por la sociedad general. Irónicamente, lo que pasó desapercibido fue el tema. Todavía no teníamos la técnica demasiado desarrollada. Aprovechamos para darle otra oportunidad.

No es elegante destacar un tema que ha escrito la misma persona que está destacando los temas pero el director de ICON, Lucas Arraut, dijo en su día que este le había gustado en particular, que estaba bien que la web se permitiera prescribir con moderación de vez en cuando, y que le gustaría que firmara más temas como este. En su lugar, hice algo analizado de cómo escribe un agente de la CIA. Por eso vamos a tener en cuenta lo que dice.

Dónde están hoy los personajes de ‘Born in the USA’ (junio)

Porque el mundo no se rige por normas sino por circunstancias, este texto que rompe todas las máximas que hemos mencionado fue bastante bien acogido. En teoría, es una boutade que coge el mítico disco de Bruce Springsteen y a los célebres personajes que pueblan sus letras, y lo adapta a los tiempos modernos. En retrospectiva, es una locura. En realidad, lo que es, es un recordatorio de que en Internet cada vez que se cree saber cómo funciona algo, es hora de probar lo contrario.

-El autor es jefe de sección web de ICON

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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