Presunción de culpabilidad

Claro que hay políticos transparentes que difícilmente van a caer en la corrupción aunque no podemos saber el número exacto; pero las noticias diarias de nuevos casos de escándalos económicos de profesionales de la política y otros poderosos nos hacen creer que este número seguirá aumentando. La veda está abierta. La irritación ciudadana cada vez es más alta. Luego se amenaza con la aparición de lo que la clase política clásica llama populismo (quizás con acierto) y que está ascendiendo en las encuestas. ¿Para cuándo una ley de transparencia que dificulte el choriceo del dinero público? Y digo que dificulte porque estos ladrones de guante blanco son expertos en escamotear el dinero negro y seguirían estafando a la comunidad. Una ley que establezca claramente cómo se financian los partidos, que separe realmente los tres poderes, que garantice el buen uso del dinero de todos, que facilite la creación de instituciones auditoras que controlen, que los cargos públicos declaren sus bienes y los de sus inmediatos antes y tras pasar por la política, que sean efectivamente punibles estos actos con la devolución de lo robado y que se introduzcan materias de ética en las escuelas donde se enseñe a respetar lo que es de todos y se conozca el riesgo de no hacerlo. ¿Habrá que aplicar el principio de presunción de culpabilidad a personajes de la élite y que deban demostrar que no han cometido fechorías? Y, por favor, menos poner la mano en el fuego por nadie.

Ciudadano escandinavo, cómo envidio tus leyes.— Angel Serrano.