La complejidad de la democracia
Una democracia es un Estado de Derecho; un espacio en el que prevalecen dos principios: el imperio de la ley y la predictibilidad de la burocracia. Después, en su configuración, se establece un sistema de contrapesos que se basa en la separación de poderes; es decir, que ningún grupo, elegido o no por los ciudadanos, tenga mucho poder.
En Cataluña, a lo largo de los últimos años, ha habido un lento, e inexorable, proceso de degradación desde la complejidad democrática hacia la simplificación. En primer lugar, se desautorizan los tribunales, después se cuestiona la ley y, por último, el Parlamento deja de tener importancia. Al final, aparentemente, queda una sola legitimidad, el propio pueblo, el país.
Una democracia es la antítesis de la simplificación. Esta complicación requiere negociación constante entre los representantes de las diferentes corrientes ideológicas; estos representantes se convierten en gestores, no han de ser otra cosa. Cuando el artefacto político se simplifica, aparecen las ideas fuerza y el pensamiento único. Mala cosa.— Joaquín Sanz Gavín.