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Columna
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86 ‘gatos’

La cuenta del saqueo respondía a la denominación artística de Error Informático. Un eufemismo de 15,5 millones de euros

Manuel Rivas

En Hong Kong están con la revolución de los paraguas. Después del caso de las 86 Tarjetas de Pata Negra, esta apoteosis de corrupción magnética, coral y febril, en España tendríamos que salir a la calle con paraguas y en pelota picada. No para protestar, sino para rendirse. Aquí, la indignación popular suele zanjarse por el método que un día poético enunció el señor Fraga: “Pues ahora prepárense ustedes para una carga del Séptimo de Caballería”. En cuanto a la regeneración democrática, como antídoto de la corrupción, es una tarea inaplazable que lleva en el trámite de urgencia desde la infancia de Joaquín Costa, que en paz descanse. Así que en este Estado borroso, con un Gobierno taoísta, “la acción a través de la inacción”, pienso que la ciudadanía debe corresponder con una gran rendición ritual. Dice un aforismo polaco: “Cuando al rendirse levantaron los brazos, parecieron tan amenazadores que el enemigo salió por piernas”. Pero compruebo que ya no hay ánimo ni para rendirse. Hasta el humor, a la manera del “drama jocoso”, lo pone los rufianes. La cuenta del saqueo respondía a la denominación artística de Error Informático. Un eufemismo de 15,5 millones de euros. Las putas tarjetas no tenían ideología. Más bien, las tarjetas son la ideología. En el escándalo de los gastos de representación en Westminster, hubo varios diputados que incluyeron la compra de comida para animales. Aquí también: observen el gasto en restaurantes. Una de las consignas jaleadas en la Transición, fue aquella de González: “Gato negro o gato blanco, lo que importa es que cace ratones”. Tenía su matiz, pero solo se entendió como un brindis a la depredación. Lo cierto es que España se ha llenado de gatos de todos los colores. Hay que darles de comer y ya casi no quedan ratones.

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