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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La dimisión y el origen de una ley

Los hay a quienes nos sorprende la reciente dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia. También los hay quienes lo toman como la crónica de una muerte anunciada. Sea como sea, se trata de la dimisión de un político por motivos únicamente de principios. ¿Desde cuándo no se ve algo similar en España? Es más, ¿cuándo se ha visto algo similar en este país?

Más allá de debates puramente ideológicos o morales, estamos ante un hombre que ha defendido unos principios hasta las últimas consecuencias. Él considera que el derecho a la vida debe defenderse siempre y ante toda circunstancia, y cree que legislar basándose en esta premisa es sinónimo de prosperidad para la sociedad que representa. Son principios respetables y también debatibles, no cabe la menor duda. Se ha encontrado con que su partido (que mantenía la modificación de la ley del aborto en su programa electoral) y el resto de su Gobierno no le han apoyado. Y, por ello, ha decidido dejar el Ministerio al no poder culminar el proyecto de ley.

En un momento en el que se habla de transparencia, honestidad, principios, regeneración política… quizá el exministro sea un ejemplo de lo que la gente está pidiendo a gritos. La ciudadanía quiere políticos que muestren su posición de manera abierta y clara, que se preocupen por su nación, que sean capaces de pensar en el conjunto de la sociedad antes de mantener su sillón intacto. Políticos que dejen su puesto en caso de no poder responder a la confianza que le han depositado sus votantes.

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Ojalá los integrantes de la clase política tomen nota de lo sucedido, y que aquellos que nos representen en el futuro asuman esta decisión como algo, cuanto menos, loable. Sea cual sea el color político que defiendan.— Juan Antonio Blanco Valdivia. Barcelona.

En 2010, la ministra Bibiana Aído promovía —junto al Ministerio de Sanidad— la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo más atrevida de nuestra historia: la que promueve la salud sexual y reproductiva, la educación para prevenir embarazos no deseados y fomenta unas relaciones sanas y en igualdad.

Quienes ahora han querido recortar los derechos de las mujeres la ridiculizaron y atacaron hasta la saciedad con mitos y falsedades. Y aunque cuatro años después ya no tenemos el Ministerio de Igualdad, la ley del aborto como parte su legado se mantiene activa. No está de más recordarla a ella y a cuantas personas lo hicieron posible.— Rubén Castro Torres. Sant Andreu de la Barca, Barcelona.

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