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CORREO

Por propia voluntad

Unos servicios que exigen ¡consumir!

Carta de la semana

Me uno al comentario de Almudena Grandes en El País Semanal del 7-9-2014, Una botella vacía. Añadir por venir a colación y analogía con el contenido del artículo lo siguiente: hace algunas semanas, en la estación de Atocha, por donde, como en el aeropuerto, además de españoles también transitan extranjeros, me dirigí a los aseos y, ¡sorpresa!, en la puerta un empleado me dice que cuesta 60 céntimos la entrada al servicio. Estupefacto me dirijo a un bar, donde me informan que el aseo solo está para ser utilizado por los clientes, o sea, ¡hay que consumir! Así que voy corriendo a la calle, entro en el bar de enfrente y, como una flecha, voy a los aseos; cumplido el menester, me dirijo a la barra y por propia voluntad pido un café. Deduzco que este servicio de Renfe ha pasado a ser privado. ¡Vergonzoso! Además de nosotros, ¿qué pensarán los turistas?

J. Parrondo. Leganés

Guerras

La guerra, con su carga tan humana de irracionalidad, de adoctrinamiento y de bestialidades alrededor de la religión, de la ideología o de las identidades primordiales, suele venir precedida por la desigualdad casi absoluta en el acceso a la riqueza que se produce colectivamente, y que solo unos pocos acumulan, privando a las ­poblaciones del acceso a un mínimo bienestar que dignifique la condición humana de todos; solo cuando entendamos que todos los seres humanos compartimos necesidades, capacidades y motivaciones, empezaremos a entendernos unos a otros, reduciremos la desigualdad económica y ­tendremos una oportunidad como especie.

El interés económico de unos pocos, que manipulan desde el poder que les da la tradición, y la desesperación de la inmensa mayoría, tan pobres, que no tienen nada que perder, hacen posible guerras como la de Ucrania, país retratado en el número del 7 de septiembre; el secreto está en hurgar, en saber qué intereses económicos hay detrás. La fe en cualquier dios, o la ideología política, o la identidad nacional se tienen o se disimulan, pero nadie puede imponerlas. Lo que se imponen son los intereses económicos, generalmente por la fuerza, pero disfrazados de islamismo, de cristianismo humanista, de nacionalismo, de libre competencia en el mercado o de simple manipulación del espíritu crítico y el libre albedrío que todos deberíamos tener.

El problema de fondo es que, una vez que alguien responde al fuego con fuego, nos convertimos en bestias todos, perdemos la capacidad para el diálogo y, efectivamente, volvemos a tiempos retrógrados. Todas las guerras han sido, siempre, económicas, por eso empiezan y terminan. Alguien coloca sus intereses por encima de los del enemigo, una guerra religiosa, ideológica o de identidad no acabaría nunca.

No hay ni buenos ni malos, ni buenas ni malas intenciones, hay intereses económicos que se comparten o se enfrentan, hay cooperación que es buena o competencia que, pese a ser mala, es la norma que rige en este civilizado Occidente que cree que lo puede todo frente a la barbarie del islam. O espabilamos, o la guerra la seguiremos perdiendo los pobres de aquí y de allí.

Luis Fernando Crespo Zorita. Alcalá de Henares (Madrid)

No caer en tópicos

Estimado Javier Marías, he leído su artículo La conjunción de mil azares y, como todo lo suyo, me ha parecido inteligente y de verdad estimable. Sin embargo, me gustaría aportar alguna sugerencia personal.

Desde hace mucho, las explicaciones fácilmente digeribles o políticamente correctas me disgustan bastante. Hace alusión a un muy grave y desagradable incidente sufrido por su padre, el profesor Julián Marías, por un elemento despreciable de FET de la JONS. No he dejado de admirar toda mi vida a su padre desde que leía las críticas de cine en Abc. De verdad que lo he querido, lo quiero y lo admiro.

Conocí a Ricardo Franco, gran médico e internista y según creo tío suyo. Nunca hay alusión a él cuando toca el tema. De verdad cree que era de esos chivatos arribistas del Movimiento. Era duro como persona, pero creo que un tipo de verdad que nunca renunció a sus ideales de juventud. Mi querido padre también fue de la Vieja Guardia, luchó en la triste Guerra Civil y después de cuatro heridas de guerra se alejó de un “movimiento” que no era el suyo… Sé de sobras el problema de los fascismos en aquella época y de la tremenda agitación que revolvió Europa. José Antonio, que tuvo un tremendo atractivo para aquellos jóvenes, a pesar de sus errores, creo que se merece un respeto. Él era como usted un admirador de lo bueno de Inglaterra, empezando por Kipling, y desde luego de nuestro García Lorca. No era un furioso fascista indocumentado, ni menos un oficinista arribista como el de FET de las JONS. Tampoco lo era mi padre ni creo que Ricardo Franco. Pienso que un objetivo deseable de un escritor de éxito e intelectual como usted es no caer en tópicos, sino explicar lo difícil y hacerlo sencillo, como lo hacía su padre.

Asís Fernández Riestra. Correo electrónico

Más mujeres

Domingo 7 de septiembre. Abro la revista y primer reportaje, Lech Walesa; segundo, Raúl Arévalo; tercero, Gene Sharp. En la sección de Estilo, ahí sí, una mujer hermosa, Candice Huffine, modelo. ¿No hay mujeres escritoras, científicas, políticas, artistas que se merezcan un reportaje? P

Miren Ruiz. Correo electrónico

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