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Soy incapaz de desayunar. ¿Es grave?

Si es del tipo de persona que no tolera nada sólido al despertar, le contamos por qué ha llegado la hora de cambiar de hábitos. Y cómo puede lograrlo

El mundo podría dividirse entre aquellos que se ven incapaces de llevarse un bocado a la boca nada más levantarse y los que jamás salen de casa sin haber cargado las pilas con un buen desayuno. ¿En qué lado se ubica? Sea del bando que sea, lo cierto es que si en algo han coincidido la sabiduría popular y las investigaciones científicas a lo largo del tiempo es en darle a la primera comida del día la máxima importancia si queremos estar fuertes y sanos.

Pero, ¿podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el desayuno es la comida más importante de la jornada? Y, si es así, ¿esto significa que una vida más saludable exige un desayuno completo y equilibrado? Lo cierto es que a pesar de que la mayoría de los expertos en nutrición responderían afirmativamente a esta cuestión, también lo es que hay quienes matizarían la respuesta e incluso se expresarían en contra.

En este sentido, la nutricionista y directora técnica de Grupo NC Salud, Marta Gámez, cree que las personas que desayunan de forma habitual suelen preocuparse más por la calidad de su dieta que las que no lo hacen. “Pero esto no determina la calidad global de su alimentación, pudiéndose dar la situación de que desayunen de manera saludable, pero el resto de las comidas sean desequilibradas nutricionalmente”, añade.

Por otro lado, si es de los que pertenecen al club de los que no desayunan, según la nutricionista, le convendría hacer el esfuerzo por dar a esta comida una oportunidad. Saltársela conduce a más posibilidades de sufrir a lo largo del día mareos, debilidad, sequedad en la boca, cansancio o dolor de cabeza. Además, según Gámez, activa el modo ahorro de energía, mecanismo que se pone en marcha cuando llevamos más de tres horas sin comer y que provoca el almacenamiento de grasas por parte del metabolismo. “Saltarse el desayuno favorece el aumento de peso”, dice la experta.

Pero en este aspecto, hay controversia. Recientemente, varios artículos publicados en The American Journal of Clinical Nutrition se han hecho eco de los resultados obtenidos por la Universidad de Alabama (Birmingham, Estados Unidos) y de Bath (Reino Unido) en relación a unos estudios realizados sobre la influencia del desayuno en la pérdida de peso, y en ambos casos los investigadores coinciden al afirmar que desayunar ni engorda ni adelgaza. Es decir, la primera comida del día no es determinante para subir o bajar de peso. Así lo afirma Emily Dhurandhar, responsable del estudio realizado en la Universidad de Alabama, quien cree que, en lo que a control del peso se refiere, “el desayuno es sólo una comida más”.

Marta Gámez, por su parte, insiste en que distribuir cinco comidas a lo largo del día evita caer en episodios de ingesta compulsiva: desayuno, tentempié, comida, merienda y cena. “No deben pasar más de 3 o 4 horas entre ellas, comenzando como muy tarde una hora y media después de habernos levantado ”, aconseja.

Genes o infancia

Otra cuestión distinta es el caso de aquellas personas que no desayunan porque se sienten incapaces de ingerir un solo bocado durante las primeras horas del día. ¿Qué razones hay detrás de esa falta de apetito matutino? ¿Se trata de una conducta que forma parte de la herencia genética o no es más que una costumbre aprendida? Según Anabel Fernández, dietista-nutricionista en la Clínica Alimmenta, hay dos claves principales: “Haber consumido muchas calorías en la cena del día anterior suele ser una de las razones más habituales que justifican la falta de apetito. Pero el motivo más generalizado es la costumbre de no comer recién levantados, aprendida desde la infancia”.

Marta Gámez nos desafía a cambiar de hábitos, y recomienda un desayuno ideal: pan o cereales, a ser posible, integrales; fruta, que nos aconseja tomar mejor en trozos que en zumo; y leche, preferiblemente en su versión desnatada.

¿Pero y si desayuno huevos, salchichas y beicon? ¿Mejor seguir entonces con el vaso de agua o el café solo? El nutricionista Pablo Barcina lo tiene claro: “Si este tipo de desayuno va acompañado de una actividad física elevada y unos hábitos de vida saludables, e incluimos un consumo adecuado de frutas, verduras y hortalizas en el resto de las comidas del día, no debería haber ningún problema. De hecho, puede que no desayunar nos conduzca hacia un desequilibrio nutricional mayor”.

Anabel Fernández corrobora esta idea e insiste. “A pesar de que es más saludable desayunar, el verdadero problema no reside en el hecho de no hacerlo, sino en llevar una alimentación desordenada”.

Por tanto, si es de los que no desayunan, vaya pensando en que quizá sea buena idea incluir en su lista de buenos propósitos de septiembre una primera comida equilibrada, suculenta y energética. “Para ello, puede comenzar con pequeñas cantidades y luego ir comiendo un poco más. Muchas personas que comienzan a desayunar, luego se enganchan y no saben salir de casa sin haberlo hecho”, asegura Fernández, quien concluye: "No se trata de desayunar a toda costa, sino de sentarse a disfrutar de la primera comida del día y empezar la jornada tranquilos”.

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