El poder del voto
El desgaste de los partidos que sucesivamente han ostentado el poder ha erosionado sus expectativas de perpetuación intentando emular la alternancia en la Restauración de finales del siglo XIX. ¿Podemos alterar el statu quode la actual situación política? ¿Qué debe ocurrir para que nos creamos de una vez para siempre que somos depositarios de la soberanía nacional?
Los ciudadanos, hartos de que los desmanes queden impunes, de que mandatarios políticamente solventes defrauden la confianza de sus votantes con la connivencia gubernamental, y de que se gobierne únicamente por estrategia electoral, entendemos que ahora es absolutamente necesario que esto cambie.
La incertidumbre alumbra la propuesta del PP por la que los alcaldes serían de la lista más votada. No debe sorprendernos que el PSOE, que llevó en su programa algo similar, disienta sin gran contundencia, aludiendo que la idea nace con urgencia electoral ante la muy probable pérdida de mayoría absoluta del partido en el Gobierno en algunas comunidades autónomas y Ayuntamientos.
La irrupción de un nuevo partido en el mapa político ha provocado un efecto didáctico que, indirectamente, ha conseguido devolver a la ciudadanía la esperanza en el poder del voto. La abstención tiene la palabra.— Daniel Molina Marco.
