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Seis lugares donde lanzar el móvil

Aún quedan paraísos cercanos en los que es posible olvidarse de todo (o desconectar)

Lanzarote.
Lanzarote.

Es hora de hallar esa calma que nuestro ritmo diario se empeña en perturbar. Solo se necesitan ganas, un equipaje con lo imprescindible y un buen destino donde encontrar el equilibrio. Puede ser una antigua mina de oro, un monasterio abandonado, un acantilado junto al mar, una cueva milenaria, un lago volcánico o un bosque casi mágico. Cerca de su hogar o en las antípodas. Lo que cuenta es el silencio, un paisaje que nos haga soñar y reconectar con lo que de verdad importa, que no son correos electrónicos, tweets ni grupos de WhatsApp. Este es nuestro listado de destinos calmos imprescindibles.

 1. CHARCO DE LOS CLICOS, YAIZA/LOS GOLFOS (LANZAROTE)

Inmortalizado por el cine en Hace un millón de años –con Raquel Welch interpretando a una cavernícola con un bikini que hizo época– o en Los abrazos rotos de Almodóvar, este es un increíble lugar para encontrar la calma. El Charco de los Clicos, llamado también El Charco Verde, es un lago de agua marina originado en el interior de un gran cráter abierto. Su color verde intenso (debido a las especies vegetales que lo habitan) contrasta con su playa de arena negra y sus rocas rojizas. Por algo, está dentro del Parque Natural de los Volcanes. Una advertencia: bañarse en El Charco está terminantemente prohibido. Más información.

2. MONASTERIO DE SAN PEDRO DE ARLANZA, HORTIGÜELA (BURGOS)

“Ora et labora”. El mandato benedictino todavía parece resonar entre las ruinas de este monasterio abandonado. Fueron Fernán González, primer conde de Castilla, y su padre quienes lo mandaron construir, allá por el siglo X. Desde entonces y hasta 1835, albergó a los monjes que lo tuvieron que dejar tras la desamortización de Mendizábal. A pesar de los intentos de diversas asociaciones culturales por recuperarlo, San Pedro de Arlanza sigue desolado. Prácticamente derruido (solo su torre se conserva inalterable), pasear por los restos románicos y góticos de sus claustros, pilares, ábsides y bóvedas nos recuerdan que el silencio y la meditación son aún posibles en este espacio milenario donde la paz de espíritu era una misión. Más información.

3. BARDENAS REALES (NAVARRA)

Perderse por este impresionante parque natural, reconocido como Reserva de la Biosfera, bien merece que desconectemos nuestro móvil. Por preservar nuestra calma y también la de las aves que han hecho de las Bardenas Reales su refugio. Situado en el sureste de Navarra, cerca de Tudela, este inhóspito entorno debe su belleza a la erosión de su suelo de arcillas y areniscas. A pie, en bicicleta, a caballo o en vehículos de motor (en rutas controladas y con una normativa estricta, eso sí) resulta difícil no reencontrarse con uno mismo en medio de su naturaleza semisalvaje. Pueden visitarse desde las 8:00 de la mañana hasta una hora antes del anochecer. Más información.

4. LAS MÉDULAS (LEÓN)

La codicia del Imperio romano transformó un yacimiento de oro al aire libre de El Bierzo en uno de los escenarios más bellos y singulares donde despedirse de prisas y preocupaciones. Reconocido como Patrimonio de la Humanidad, sus colinas rojas, sus laderas abruptas, sus pequeños llanos y valles encajonados hacen de Las Médulas, al pie de los montes Aquilianos, un espectáculo natural digno de visitar. Diversas rutas pedestres recorren la antigua mina romana, atravesando sus bosques de castaños. Una parada en La Cuevona nos garantiza calma para mucho tiempo. Y nadie debería perderse contemplar el paisaje desde el Mirador de Orellán. ¿Los mejores momentos para hacerlo? A primera hora del día y al atardecer, cuando Las Médulas parecen recuperar aquel oro que Roma les esquilmó. Más información.

5. CUEVA DE CAN MARÇÁ, PORT SANT MIQUEL (IBIZA)

De refugio de contrabandistas a lugar donde alejarse del mundanal ruido. La conocida Cova de Can Marçá resulta el mejor ejemplo de que Ibiza es mucho más que una isla clubber llena de estridencias. Con más de 100.000 años de existencia, y descubierta en los años setenta para el turismo, la cueva nos conduce por increíbles recovecos de lagos subterráneos, techos y suelos de estalactitas y estalagmitas, que logran hacernos olvidar el aburrimiento diario. Casi toda está ya fosilizada, menos las galerías más profundas en las que el agua, con su continuo goteo, sigue creando formas fascinantes. Más información.

6. VALLE DE IRUELAS (ÁVILA)

Cuando entras en los bosques umbríos del Valle de Iruelas, parece que el tiempo se detiene. El rumor del río, los pájaros que ponen su particular banda sonora al entorno, los altísimos árboles que los cobijan... ¡Imposible no desconectar! Esta reserva natural, situada junto al embalse de El Burguillo, es el perfecto refugio para los amantes del silencio. En los años cincuenta, se levantaron allí fábricas de madera y resina. Ahora, ya cerradas, las antiguas residencias de los trabajadores se han reconvertido en cómodas casas rurales. Pesca, piragüismo, canoa-rafting, o rutas ecuestres son algunas de las actividades que podemos hacer para cargarnos de energía positiva. ¿Nuestra favorita? El avistamiento de pájaros al amanecer. De hecho, el valle está considerado Zona de Especial Protección para las Aves. Más información.

Y MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS…

- VALLE DE FUEGO, NEVADA (ESTADOS UNIDOS)

A menos de una hora de Las Vegas, de sus luces y sonidos de tragaperras, este parque estatal es toda una invitación a la calma. En plena reserva india de Moapa, sus rocas y formaciones de arenisca roja brillan con los primeros rayos de sol como si estuviera en llamas. Un lugar que no parece de este planeta... tanto es así que películas como Star Trek se han rodado allí.

- SCALA DEI TURCHI, REALMONTE (SICILIA)

Un acantilado cien por cien rocoso, de un blanco inmaculado, con amplios escalones que conducen a una playa de finísima arena y a un mar de aguas transparentes. Parece un decorado surrealista, pero es de verdad. Esta bellísima “escalera de los turcos”, como dice su nombre en italiano, resulta el mejor lugar para disfrutar de una puesta de sol sin más preocupaciones que mirar al horizonte.

- COORDILLERA BUNGLE BUNGLES, PURNULULU (AUSTRALIA)

Será difícil no desconectar viajando a las antípodas. Especialmente, a un lugar como Bungle Bungles, en el Parque Nacional de Purnululu. Su peculiar orografía, con conos de arenisca que se combinan caprichosamente en tonos naranjas y grises, ha hecho que merezca ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad.

- FIORDLAND, ISLA SUR (NUEVA ZELANDA)

Brumas, helechos gigantes y una de las cataratas más fascinantes del mundo, las Sutherland Falls, conforman este mágico parque nacional neozelandés en Isla Sur (en maorí, Te Wai Pounamu). Espléndido para mirar hacia nuestro interior y decir adiós a los malos rollos recorriendo sus montañas, valles y lagos en excursiones a solas o en compañía.

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