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Tribuna
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Renzi impone el personalismo

En Italia prolifera el liderazgo carismático, contrario a la ‘vieja’ política

Uno de los elementos clave para entender el desarrollo de la vida política italiana tras el hundimiento del sistema de partidos fundado por la Primera República es la consolidación del partido personalista. Este proceso de personalización de la política de partido —estudiado, entre otros, por politólogos, como Gianfranco Pasquino o Mauro Calise— encuentra en la persona de Matteo Renzi a uno de sus mejores ejemplos.

El pasado 8 de diciembre, Matteo Renzi, alcalde de Florencia desde 2009, se convirtió en el nuevo líder del Partido Democrático gracias a una extraordinaria victoria en las primarias a la secretaría general del partido. Renzi venció con un 67,6% de los votos, frente a los 18,2% que consiguió Gianni Cuperlo —candidato que contaba con el apoyo de nombres de peso en la izquierda italiana, como Massimo D’Alema y Pier Luigi Bersani— y los 14,2% que obtuvo Giuseppe Civati. Renzi, de tan solo 39 años, culminó su espectacular ascenso en la política italiana el pasado 22 de febrero con su nombramiento como presidente del Consejo de Ministros de Italia. No sin antes provocar, con cierta polémica, la salida del Palazzo Chigi de su compañero de filas Enrico Letta.

La meteórica carrera de Renzi ha ido acompañada de una forma de ejercer el liderazgo heterodoxa y poco amable con las clasificaciones. Si hubiera que sistematizar su manera de hacer política, podría decirse que Renzi ha apoyado su ejecutoria en un estilo de liderazgo carismático, caracterizado por un decisionismo fuerte, por una exaltación de la praxis y por privilegiar una retórica que explota con éxito ideas que han dado cuerpo al discurso de la desafección política en Italia. Ideas utilizadas para criticar a la vieja clase política, incluso contra ciertos sectores de su propio partido.

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Algunos analistas han calificado a Matteo Renzi como un Berlusconi “de izquierda”. Sin embargo, la comparación no arroja demasiada luz si no se atiende al fenómeno, más amplio, del proceso de personalización de la política italiana del que ambos forman parte. Un fenómeno del que también forman parte otros nombres conocidos de la escena política italiana: el propio Berlusconi, Bossi, Di Pietro, Monti, Grillo, Casini o Vendola. La personalización de la política en Italia ha derivado en un tipo de partido que, en términos generales, tiende a confundirse con la persona de un líder dominante, que enarbola un discurso postideológico, que presenta un grado de institucionalización débil —contraparte de la supeditación del partido a la política de su líder— y que, finalmente, busca ser percibido como sujeto político no asimilable a la vieja política de partidos. Sobre todo, porque los partidos políticos tradicionales son identificados con la corrupción, la partitocracia, la burocracia, la parálisis institucional, etcétera.

El presidente del Consejo de Ministros conquista al electorado pero entra en conflicto con su partido

Sin embargo, el caso de Matteo Renzi resulta interesante porque su estilo personalista se sustenta sobre la base del único partido italiano que no puede ser calificado propiamente como personalista. Nótese que el Partido Democrático se fundó en 2007 tras un largo y complejo proceso de convergencia entre sectores reformistas de los otrora enemigos Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano. Así, el PD se ha presentado a la sociedad como un partido de masas tradicional, dotado de una fuerte estructura burocrática y con una personalidad histórica que ha trabajado a favor de la desactivación de todo liderazgo carismático. Por ejemplo, a Pier Luigi Bersani, ex secretario general del PD, le gustaba hablar de su partido como de la ditta (la compañía), con el objeto de acentuar la naturaleza colectiva del partido.

En este sentido, la jefatura de Matteo Renzi al frente del PD supone un doble desafío para su propio partido. En el plano del liderazgo, su fuerte decisionismo tiende a desplazar al partido a un segundo plano en el proceso de toma de decisiones. En el plano ideológico, Renzi, vinculado a la familia democristiana del PD, defiende una idea de la izquierda asociada a valores liberales y reformistas que choca frontalmente con los sectores del partido que provienen del PCI. El duro cruce de acusaciones registrado hace unos días entre el Gobierno de Renzi y la secretaria general del histórico sindicato comunista CGIL, Susanna Camusso, señala un cambio importante en la vida política de la izquierda italiana, otrora acostumbrada a un escenario de convivencia armónica entre partido y sindicato.

De momento, las encuestas de opinión sitúan al PD como la primera opción de los italianos para las elecciones europeas en un contexto complicado para los partidos tradicionales. Sin embargo, lo paradójico del caso Renzi es que a medida que su política parece conquistar mayores espacios entre el electorado italiano, tanto la forma como el fondo de su política encuentran mayores resistencias dentro de su partido. Tal es así que su éxito no va seguido de una mayor comunión entre el líder y el PD, sino de un mayor grado de conflicto entre Renzi y el viejo aparato de control comunista del PD. Las declaraciones de Massimo D’Alema señalando que entre la CGIL y Renzi no tienen que ver con el PD, sino con el sindicato y el Palazzo Chigi, apuntan en esa dirección. Veremos cómo se resuelve este difícil equilibrio entre el liderazgo de Renzi y la vieja guardia del PD.

Jorge del Palacio Martín es profesor de la Universidad Rey Juan Carlos.

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