La lacra de la corrupción
Existe un problema de base en España que se amarra con fuerza a los altos cargos, aquellos que dicen gobernar un país, pero que desconocen cualquier problema que afecte a sus ciudadanos. Creen tener las claves para salir de la crisis pero ignoran el inicio de este desastre. Miles de españoles hemos dejado de confiar en la política porque cada mañana leemos en la prensa historias terribles sobre corrupción.
Este problema es difícil de resolver, para ello deberíamos volver a la infancia. Es ahí donde se exigen unas cualidades y unas virtudes de las cuales los padres carecen pero que, de todas formas, quieren ver reflejadas en sus hijos. El niño, que se esfuerza al máximo por lograr unos objetivos que él no entiende pero que sus padres le imponen, ve cómo todos sus esfuerzos caen en vano al no conseguir sus metas, con lo que la inseguridad marcará sus siguientes pasos. A medida que el niño madura y aprende nuevas fórmulas sobre la vida, comprende erróneamente que el dinero suplirá gran parte de su inseguridad. Aparentar sin serlo, disponer sin tener, serán sus nuevas leyes, lo que le conducirá a una enmascarada felicidad. ¿Quién sabe si este niño del que hablamos no se convierte después en el dirigente de un país? Es obvio que lo primero que debemos cambiar es la base de nuestra educación, dejar de basarnos en las falsas apariencias, superficialidades y mentiras para empezar a preocuparnos por nuestro interior y dar más importancia al talento que a la memoria. Somos libres de elegir nuestro camino, pero también existe la opción fácil: seguir el camino ya hecho, la senda recta del rebaño.— Elisabeth Moreno Prieto.
