_
_
_
_
_
El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los bonus de la ciencia

El Premio Nobel de Medicina 2013 abre un debate sobre el papel de las revistas científicas

SOLEDAD CALÉS

Aprovechando el eco mediático tras haber sido Nobel de Medicina 2013, el biólogo norteamericano Randy Schekman ha lanzado un obús contra el modo de operar del selecto grupo de revistas que, como Nature, Cell y Science, monopolizan la comunicación científica.

En un artículo en The Guardian las acusa de condicionar el desarrollo del progreso científico con incentivos que responden más al interés de la propia revista o de los científicos que al de la sociedad o la ciencia. Y para explicarse, se ha referido a los bonus, stock options y otros incentivos “que son racionales para los individuos, pero perjudiciales para el sistema financiero”, pues los ejecutivos pueden acabar anteponiendo sus propios intereses a todo lo demás. No le falta razón.

Las revistas científicas basan su prestigio en la llamada “revisión por parte de sus pares”, en la que los artículos son examinados, antes de su publicación, por científicos relevantes del área en cuestión. Publicar en estas revistas se ha convertido en el principal mecanismo de reputación científica y un baremo para obtener cátedras o financiación. Como las agencias de rating en la calificación bancaria, unas pocas revistas tienen la llave de la fama y de los recursos en el mundo científico.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

En este sistema se mide la importancia de un trabajo científico en función del indicador llamado “factor de impacto”, es decir, el número de veces que ha sido citado por otros científicos.

Obviamente, cuantos más artículos con muchas citas publique la revista, mayor será su relevancia, de modo que, como sostiene Schekman, el “factor de impacto” se ha convertido en un fin en sí mismo. Y acaba condicionando la selección de los artículos. Eso significa que a veces dejan de publicarse trabajos importantes, pero de ámbitos restringidos, y en cambio se publican otros menos relevantes, pero susceptibles de generar una amplia controversia.

Los científicos se han acomodado a este sistema, pero hace ya tiempo que surgieron voces y  proyectos discrepantes, como la Public Library of Science (PLoS), a los que ahora se suma Schekman con una revista de acceso libre, eLife. El Nobel ha hecho un llamamiento a “liberarse de la tiranía de las revistas de lujo”. El debate, desde luego, no es baladí.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_