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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Puertas abiertas

Es un hecho histórico que entre el fisco y las familias reales solo podía haber buen trato

Boris Izaguirre
Cayetano Martínez de Irujo en una entrega de premios, el pasado lunes.
Cayetano Martínez de Irujo en una entrega de premios, el pasado lunes.WIREIMAGE

Con motivo del 35º aniversario de la Constitución, un político comentó en la radio que “era magnífico vivir estas jornadas de puertas abiertas en el Congreso de Diputados”. El taxista que me conducía, rezumó: “Hijo, deberían estar abiertas todo el año, para que puedan salir a vernos a nosotros y lo que está pasando”. Parece difícil que un gobernante consiga descifrar lo que le sucede a su electorado más fácilmente que un taxista.

Esta semana, antes de la muerte de Mandela, hemos confirmado algo muy desagradable, con el mal olor del cemento fresco, que ocurre en Hacienda, entre sus jefes, el ministro Montoro y las preferencias que aplica la agencia en su trato a los contribuyentes. El saco se ha roto al ver el arreglo excepcional de Hacienda con Cemex y que podría haber aceptado facturas falsas en el caso de la Infanta Cristina. Zarzuela, más silenciosa que transparente, no ha dicho nada. Es que no hace falta alarmarse tanto, en primer lugar porque a la duquesa de Palma nada le afecta mucho, como al cemento de Cemex. Lleva dos años viendo como la perforadora de su matrimonio menoscaba el respeto hacia la institución, y como si nada. Por otro lado, es un hecho histórico que entre el fisco y las familias reales solo podía haber buen trato. Basta con recordar los tiempos de Ricardo Corazón de León, su avaricioso hermano Juan y el rey de las mallas (hoy día se dice leggings) Robin Hood. El rey Juan se apoderó del trono e incrementó los impuestos para mantener su nivel de vida. La población diezmada encontró en Robin Hood un aliado para enfrentar tanta desigualdad en el cobro de impuestos. Al final, que es feliz, regresó Ricardo y con el paso del tiempo Inglaterra, como sabemos, se hizo muy civilizada y resolvió con acierto cosas como la sanidad y los impuestos.

Sin tanto acierto, los directores de área del Ministerio de Hacienda se hartan de repartir favores, algo que tarde o temprano le sucede a todos los que reparten favores. Mientras que el escándalo de la semana lo fiscaliza Hacienda, en las cenas todos bromean o especulan con que este tipo de cosas son un ejemplo más de cómo el Gobierno vampiriza el cuerpo del Estado, apropiándoselo. “Con lo que es ese cuerpazo”, exclaman algunos. “Que se lo come Montoro”, rematan otros.

También hemos sabido que se ha logrado obtener la secuencia casi completa de los genes mitocondriales de los homínidos de Atapuerca. ¡Qué maravillosa es la ciencia y cómo le cuesta aceptarlo al ministro Wert! A consecuencia de este hallazgo los científicos se manifiestan desconcertados, aunque no tanto como Montoro con sus subordinados, porque el resultado “los aleja del neandertal y los vincula con un linaje siberiano infrecuente en Europa occidental”. ¡Resulta que somos todos rusos! Lo que nos plantea este descubrimiento es si en esos 400.000 años, ¿nos hicimos proclives a la corruptela? ¿O forma parte de nuestro ADN? ¿El corrupto nace o se hace?

Fieles a explotar cada uno de sus mitocondriales, la familia real inglesa ha decidido alquilar salones de Buckingham para fiestas de alto nivel, recaudando lo que el Estado no asume alegremente. Que cada palo aguante su vela, diría la señora Cospedal. Capitalismo y glamour. En España, seguro que esas fiestas de empresa o de premios de revistas pagan por usar los espacios públicos donde se celebran. Por ejemplo, los Telva de este año festejados en la galería de Cristal del Ayuntamiento de Madrid. ¿Colaboran (pagar se sustituye siempre por un lindo eufemismo) con alguna reparación o gotera sin tapar? Ha sido la mejor fiesta de todas sus ediciones. ¡Hasta llegaron a coincidir Mar Flores con Cayetano Martínez de Irujo, que no pueden verse ni en ejercicios de nostalgia! Algunas frívolas dijeron que marcaba el fin de la crisis. Deslumbraron los arreglos florales en las mesas, de Bourguignon, un muy requerido florista de la capital. Al parecer, tratándose de un intercambio publicitario con la revista, el florista colocó tarjetas de presentación entre las flores, generando fuertes críticas entre las damas. “Sentí molestia”, exclamó una de las más jóvenes y airadas. “Qué falta de delicadeza, promocionarse de esa forma”. El final de toda crisis siempre deja alguna secuela.

Un grupo de españoles se trasladó a Miami para asistir su feria de Arte. Art Basel Miami es un desparrame de cócteles, cenas de marcas de moda, fluir de champagne, cifras astronómicas por un mini warhol o un maxi Ai Weiwei. Como allí se sienten más relajados, los madrileños se ponen a hablar imitando a su alcaldesa y su última genialidad: el Treat Tax Free, que como es habitual en ella se le convirtió en un endiablado trabalenguas durante su discurso en el Club Siglo 21. En Miami llegó a emplearse como contraseña para las fiestas más sonadas, como la de un viejo hotel del imperio Playboy que fue acondicionado para acoger una supuesta actuación de Lady Gaga. Cientos de fans de todos los sexos, razas y presupuestos okuparon el lugar, con un escenario atrezzado como si en verdad la diva fuera a actuar, para descubrir una vez dentro que era una mentira con increíble efecto viral. La idea fue de un relaciones públicas venezolano, Omar, que vivió en la España de la burbuja inmobiliaria. Evidentemente, aprendiendo de nuestros mitocondriales.

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