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¡Qué decepción!, una vez más

Once años después, resulta que el naufragio del Prestige y la marea negra que provocó, la mayor de nuestra historia, fue debida a causas estructurales imprevisibles e incontrolables y que no les es achacable ninguna responsabilidad a los tres únicos personajes que, cuando fueron tantos, fueron encausados. ¿La absolución ha sido el fallo? Una vez más la palabra reveladora, de sus señorías los jueces.

¿Fue el chapapote acaso un sueño? ¿Cómo pueden estar tan alejados el sentido común y las decisiones de los jueces? Es una nueva piedra en el edificio cada vez más sólido y alto del desinterés, el desapego, el hartazgo y la desesperanza de los ciudadanos que se va construyendo día a día con tanto perjuicio para todos como impunidad para los responsables. Los políticos, incapaces de afrontar y resolver la crisis económica, pero listísimos para sacar tajada, y ahora los jueces con esta absolución incomprensible, forman parte de los grupos más directamente implicados en el asunto. Si además Messi se lesiona para tres meses y Nadal acaba el año agotado y derrotado sin paliativos, ¿qué nos queda?— Luis M. Macía Aparicio.

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