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Joan Laporta, segundo asalto

Hoy hace diez años logró la presidencia del Barça. Liberado de la política al ver la bandera independentista en buenas manos, alcanzada la paz con su familia, vuelve para desafiar a Rosell. Las encuestas no le sonríen, pero nadie le subestima

Ramon Besa
El expresidente del Barcelona Joan Laporta.
El expresidente del Barcelona Joan Laporta.EFE

Joan Laporta tiene previsto casar esta mañana a una pareja de socios del Barça en Sarrià y ayudar por la tarde a preparar los exámenes a su hijo Guim. Los novios pidieron que fuera el expresidente del Barça quien oficiara la ceremonia como concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Aunque ocurre con frecuencia, hoy no es un día cualquiera para Laporta: se cumplen 10 años de su triunfo en las elecciones a la presidencia del FC Barcelona y el martes anunció su intención de volver a presentarse en los comicios de 2016.

La reaparición de Laporta ha provocado opiniones enfrentadas, como ya pasó cuando se dio a conocer con el Elefant Blau, el grupo de oposición que sometió a Josep Lluís Núñez a una moción de censura en 1998. Laporta no dio tregua a Núñez y contra pronóstico alcanzó, con un apoyo histórico de 27.138 votos, la butaca presidencial del Camp Nou en 2003. Ahora compite con Sandro Rosell, el que fuera vicepresidente en su junta, y al igual que entonces no le son favorables los pronósticos. No conviene subestimar, sin embargo, sus opciones.

Al oírle recuperé la sensación de que había un líder carismático", dice un directivo

Ya no es el precandidato anónimo de 2003, ni el presidente derrotado en 2008 después de que un 60,6% de los socios censurara su gestión. El desgaste le penaliza más de lo que le beneficia ser una figura conocida y dispuesta a capitalizar los errores de la junta. Acostumbrado a jugar en desventaja, le motiva que pronostiquen su fracaso. Una vez dedicados los mejores años de su vida al Barça, celebrados con champán en Luz de Gas, se ha reinventado como un abogado, padre de familia, que bendice como edil las parejas culés y aspira a regresar al Camp Nou con Johan Cruyff.

La familia regresará pronto a Barcelona. Aunque viven separados, Laporta y Constanza Echevarría mantienen ahora una buena relación y cuidan de sus hijos. Pol, Guim y Joan pasaron malos ratos cuando su padre mandaba en el Barça. Necesitaban escolta por las amenazas de los Boixos Nois y no siempre eran bien recibidos en la escuela. Hubo un tiempo en el que a Pol le tiraban una piedra por cada gol que encajaba el Barcelona. Y Constanza tuvo que ingresar en el mismo hospital de Nueva York que ahora tratan a Vilanova para ser atendida de un tumor en los ovarios. No les quedó más remedio que escapar a Londres.

Alrededor del presidente había excesivo ruido, y los niños y su madre precisaban de silencio y cuidado. Laporta se corrigió con el tiempo y acabó por visitar a los suyos cada 15 días hasta que se estabilizó la relación, y dos años después han decidido regresar. A uno de los chicos no le fue mucho mejor en Londres, porque en el colegio se topó con la madre de un amigo que le recibió al grito de “nosotros somos de Rosell”. Las cosas se han calmado. Papá ayuda a Guim en los deberes y se alterna en la distancia con Constanza cuando conviene atender a Joan o a Pol. Y el bufete Laporta & Arbós continúa activo en Barcelona.

La intención de voto para Laporta se sitúa hoy alrededor del 20%.

Laporta ejerce de abogado mercantil, se dedica a la consultoría, da conferencias internacionales y tiene una empresa de eventos deportivos en Nueva York con Xavier Sala i Martín y el que fuera director general del club Joan Oliver. Al igual que muchos empresarios catalanes, le rescindieron varios contratos cuando se postuló como independista. Militó en el PI con Pilar Rahola y fundó Democracia Catalana para pasar a liderar Solidaritat Catalana por la Independencia, que obtuvo cuatro diputados en las elecciones autonómicas de 2010.

Aseguran los cronistas que Laporta no le aguantó ni un debate a Artur Mas porque la dialéctica política del Parlament es distinta de la del Camp Nou. Al final le acabaron llamando el diputado 63, porque siempre votaba con los 62 de CiU, y optó por acercarse a Esquerra Republicana, partido con el que llegó al Ayuntamiento. Hoy se siente muy cómodo y, al decir de sus amigos, “liberado”, porque la bandera de la independencia que siempre llevó consigo está en manos de Mas y Oriol Junqueras, líderes de dos formaciones que le son afines. El independentismo ha pasado a ser la causa de muchos catalanes.

Así que Laporta es feliz y cumple con sus obligaciones municipales. Una tarea funcionarial con fecha de caducidad (2015) para un hombre emprendedor. El tiempo que ha dejado de invertir en la política lo emplea en el fútbol. Ha reaparecido el presidente que recuperó la figura de Cruyff, apostó por Guardiola, dimensionó La Masia, combatió a los violentos y presumió de Unicef. El mismo que cometió también tantos errores que se quedó solo en el palco después de haber asistido a unos mil actos en su primer año de presidente.

Ya no es el precandidato anónimo de 2003, ni el presidente derrotado en 2008

Peleado al inicio con Rosell y después con Ferran Soriano, le abandonaron más tarde sus amigos cuando se supo que había cobrado 10 millones de euros por asesorar a un magnate de Uzbekistán. Quedó a los pies de los caballos hasta que se encomendó a Guardiola. Finalizado su mandato, fue incapaz de encontrar un delfín y acabó a merced de la ira de Rosell, implacable en la denuncia de los fastos del expresidente. El socio acabó harto de Laporta.

Las acusaciones de despilfarro provocaron una acción de responsabilidad. Queda también pendiente de aplicación la sentencia que le obliga a avalar 27 millones con siete directivos. Y hace poco se ha sabido que en su mandato se espió a vicepresidentes, futbolistas y empleados, así como a políticos, con dinero del club. La metralla invita a no sacar la cabeza y continuar en el anonimato del concejal que ejerce de abogado y ayuda en los deberes a sus hijos. No es el caso de Laporta.

A punto de cumplir 51 años, ya sin deberes políticos parlamentarios y en paz con la familia, está dispuesto a desafiar al aparato de Rosell. “Ya sé que puede parecer un frívolo y en caso de seguir como presidente habría arruinado al club, pero cuando hoy he escuchado su voz he recuperado la sensación de que volvíamos a tener un líder carismático”, confesaba el martes uno de los directivos que le abandonaron por el camino. ¿Un seductor o un embaucador? La intención de voto para Laporta se sitúa hoy alrededor del 20%.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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