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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Seguridad nuclear

La Comisión Europea debe clarificar con urgencia los datos sobre el estado de las centrales

El accidente nuclear de Fukushima ocurrido en 2011 por los daños de un tsunami ha tenido una considerable influencia en la política nuclear del propio Japón, así como en algunos países europeos, en particular Alemania. También ha influido sobre la percepción pública de la energía nuclear y sobre los organismos reguladores y de supervisión. Estos últimos, entre los que se encuentra el Consejo de Seguridad Nuclear español, han exigido realizar pruebas de estrés en todas las plantas que operan en Europa para estudiar su respuesta ante circunstancias extremas del tipo de las sufridas en Fukushima, poco probables, pero demoledoras en sus efectos.

El resultado de estos estudios contiene una serie de recomendaciones para incrementar la seguridad de las instalaciones que se traducen en nuevas inversiones y en cambios en los procedimientos de operación y control. La Comisión Europea ha preparado un informe, a partir de la información de los distintos países, pero estos no parecen estar de acuerdo con la redacción y las conclusiones del mismo. Aducen que exagera los fallos registrados, así como el esfuerzo, particularmente económico, que habría que hacer para repararlos. Y llegan a insinuar que las opiniones del comisario de Energía, el alemán Günter Oettinger, considerado antinuclear, pueden haber influido. Esta situación no debería haberse dado. No resulta tranquilizador que un informe basado en los datos y las consideraciones de los organismos de seguridad nuclear sea contradictorio, en opinión de esos mismos organismos, con los materiales sobre los que está construido.

La seguridad de las instalaciones nucleares es un asunto de la máxima importancia, que hemos confiado a organismos independientes, de reconocida capacidad técnica y autoridad suficiente para vigilar e intervenir en todo el sector. La población tiene que poder confiar sin reservas en que las recomendaciones y obligaciones que impongan sean razonables y garanticen la seguridad, aun cuando exijan a los propietarios de las centrales nuevas inversiones.

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Que la Comisión Europea haya generado un documento sobre estas mismas cuestiones que suscite la disconformidad de los organismos reguladores exige una acción inmediata de armonización en la que los puntos de vista de quienes han hecho los estudios detallados del parque nuclear se vean correctamente reflejados, de forma que no pueda haber excusas para eludir el cumplimiento de las mejoras propuestas.

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