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Columna
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Carrillo y el 15-M

Hasta el final se mostró muy interesado por conocer las reacciones de las generaciones jóvenes ante las consecuencias de la crisis económica que asuela a esta sociedad desde hace un lustro

Joaquín Estefanía

En las redes sociales hay convocada una acción para el próximo día 25, consistente en “rodear el Congreso de los Diputados y permanecer allí de forma indefinida hasta conseguir la disolución de las Cortes y la apertura de un proceso constituyente para la redacción de una nueva Constitución, esta vez sí, la de un Estado democrático”. ¿Qué pensaría Santiago Carrillo (SC) de esta convocatoria, cuando él fue uno de los protagonistas más dignos de la resistencia del 23-F, cuando un grupo de guardias civiles pretendió dar un golpe de Estado rodeando el Parlamento, secuestrando a los diputados y permaneciendo allí de forma indefinida hasta que apareciese “la autoridad competente, militar por supuesto”? Seguro que no le gustaría.

Santiago Carrillo vivía al lado del Retiro, pero no podía pasear por el parque para jugar con sus nietos porque un grupo de jóvenes fachas le hostigaba. Hasta el final se mostró muy interesado —como un entomólogo social— por conocer las reacciones de las generaciones jóvenes ante las consecuencias de la crisis económica que asuela a esta sociedad desde hace casi un lustro. En diciembre pasado acudió a una mesa redonda que convocaron los alumnos de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS, en la que juntaron a tres representantes de la Transición (Carrillo, Gregorio Peces-Barba y Alberto Oliart) con tres representantes del Movimiento 15-M (Jon Aguirre Such, Natalia Muñoz-Casayús y Roberto García-Patrón) para que analizasen la democracia en España (‘De la Transición a la indignación’. 13 picas, periódico de la Escuela de Periodismo).

“El 15-M admira la Transición, aunque creo que no se completó (...) Carrillo, usted parece de nuestra generación”
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Uno de los jóvenes indignados partió del siguiente hecho: “No crean que les faltamos al respeto. El 15-M tiene una gran admiración por la Transición, aunque creo que no se completó (...) Ser europeos significa el modelo social europeo”. Peces-Barba contestó que “vosotros habréis viajado con el Erasmus, pero lo pasaron peor los que salieron a trabajar”, y SG dejó una de sus ideas fuerza de siempre: “El desarrollo del capitalismo ha sido débil y ha salido tarde a competir en el mundo; por eso es menos competitivo. Europa nos debe ayudar. La construcción europea se ha hecho por arriba, la población no ha participado. Hay que conseguir que la unidad europea interese a los ciudadanos”.

Cuando analizan la ley electoral, SC critica la Ley D’Hont porque desvanece la proporcionalidad, desvirtúa la distribución de escaños y genera un bipartidismo que no representa la riqueza ideológica de los votantes. Y uno de los representantes del 15-M le dice: “Señor Carrillo, usted parece más de nuestra generación”, a lo que el nonagenario comunista contesta: “No, yo solo trato de aprender”.

Los redactores de la mesa redonda cuentan que la tensión es palpable al principio, pero que cuando acaba se intercambian los teléfonos y “prometen volver a verse para hablar de la realidad política y social española”. Ya no será posible: no están Peces-Barba ni Carrillo.

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